5ª semana de
Pascua. Miércoles: Jn 15, 1-8
Hoy nos habla Jesús de lo
necesario que es estar en unión con El, si queremos tener la vida eterna. Estas
palabras pertenecen al largo discurso de Jesús en
Pone el ejemplo del
arbolito que produce las uvas, que es la vid y que era muy frecuente y estimado
en Israel. Además el ejemplo es muy propio porque las ramas de otros árboles,
cuando se cortan, pueden servir para algo más; pero las ramas de la vid, que se
llaman los sarmientos, sólo valen para ser quemadas. Otra cosa es el podar,
que es cortar en invierno las ramas secas para que no entorpezcan a las nuevas
que van a salir. Esto es también un ejemplo para la vida espiritual, pues
muchas veces Dios permite las dificultades o pruebas, para que, si las sabemos
superar, nos sirvan para progresar en esa vida del espíritu. No es que tengamos
que buscar el dolor directamente, sino que el que ya nos viene, si lo sabemos
llevar como dolor redentor, nos proporcionará una gracia y gloria muy grande.
Todo si lo hacemos por amor.
En la vida encontramos
muchas cosas para hacer. Y de hecho se hacen muchas cosas maravillosas y aun en
el plano eclesial o apostólico. Si eso lo hacemos por egoísmo, sin estar unidos
a Dios por medio de la gracia, no sirven para la vida eterna. Sin embargo
cualquier trabajo sencillo y pobre, hecho con mucho amor a Dios, nos dará un
gran fruto para la vida eterna. Por lo tanto nuestro esfuerzo primero y
fundamental será vivir en gracia; es decir, no vivir en pecado grave, que es el
que nos separa de Cristo. Se supone que debemos tener fe para creer que lo más
importante en nuestra existencia es poder conseguir la
vida eterna, la que nunca se terminará, y que comienza después de nuestra
muerte, ya que creemos que Dios nos ha creado para algo maravilloso, como es
estar con Él para siempre.
No nos tenemos que
contentar con tener la gracia fundamental, pues entonces muchas veces
estaríamos rozando el abismo. Si queremos estar siempre unidos con Jesús,
debemos hacer algo continuamente para crecer en esta unión y amistad. Para ello
tenemos muchos medios. Uno muy principal es participar íntimamente en
El ejemplo de la vid y la
viña ya varios profetas lo habían expresado viendo el amor de Dios hacia su
pueblo. El ejemplo de Jesús no es sólo para que estemos unidos con Él, sino
también con los hermanos: unos con otros. Una rama está íntimamente unida con
otra rama porque les une la misma savia. Así los que están con Cristo les une
la misma gracia, que es la misma sangre de Jesús vivificante entre nosotros.
Cuando participamos en
Una persona es santa si su
manera de pensar es la de Jesús, y su manera de ver las cosas y de actuar en la
vida es hacer todo según la voluntad de Dios. Esa fue la gran espiritualidad de