COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran
Buenos Aires)
Solemnidad de la Ascensión del Señor
Evangelio según San Marcos 16,15-20.
Jesús Resucitado se apareció a los
once y les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a
toda la creación." El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea,
se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los
demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes
con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán
las manos sobre los enfermos y los curarán". Después de decirles esto, el
Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos
fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su
palabra con los milagros que la acompañaban.
LA PARTIDA DE
JESUS: INICIO DE UNA NUEVA ETAPA
Es la Fiesta
de la Ascensión. Observemos con atención el misterio de Dios en su Hijo,
Jesucristo: el Verbo que se encarna en el seno virginal de María, este Jesús
que es el Verdadero Dios y Verdadero Hombre, que no hay confusión entre su
divinidad y su humanidad, Él nos enseña a todos y luego se hace sacrificio para
redimir al mundo. Su crucifixión, muerte y resurrección es la Pascua.
Pascua que
tiene un “iter”, un
camino de venida y un camino de subida, es así que Cristo asciende al
Padre y con su partida comienza la misión de los apóstoles, sus discípulos. La
partida de Jesús es el inicio de una nueva etapa que va a consumarse en el
nacimiento de la Iglesia, en Pentecostés.
Vemos que
todo está hilado, todo tiene un proyecto, todo tiene una conducción. Él se va
al Padre y con el Padre nos va a enviar al Espíritu Santo. El Espíritu Santo
nos va a recordar, a hacer presente, todas las enseñanzas de Jesucristo y nos
va a dar una vida interior tan profunda, tan extraordinaria porque el Señor
estará con nosotros hasta el final de los tiempos.
Condiciones.
La fuerza del Espíritu va acompañarnos con prodigios: arrojar los demonios
afuera; hablar nuevas lenguas -de la caridad, del amor-; se podrá tomar a las
serpientes con las manos y si hay algún veneno, que alguien quiere inyectar, no
nos hará daño; cuando uno imponga las manos, los enfermos serán sanados.
¡Cuántos dones y capacidades el Señor regala a la Iglesia, al Obispo, a los
sacerdotes y también, de alguna manera, a cada creyente que pueda siempre
invocar su nombre!
Pidamos que
esta Ascensión, esta partida de Jesucristo de la tierra, nos confirme en este
mundo que nos prepara para el cielo; pero para ir al cielo se amasa acá, dando
testimonio en la tierra.
Les dejo mi
bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén