SOLEMNIDAD DE PENTECOSTES

                                  (Año Par. Ciclo B)

 

Lecturas bíblicas:

Abrimos nuestros Biblia y buscamos:

a.- Hch. 2,1-11: Se llenaron todos de Espíritu Santo.

b.- 1Cor. 12,3-7.12-13: El Cuerpo de Cristo, la Iglesia.

c.- Jn. 20,19-23: Recibid el Espíritu Santo.

 

1.- Invocación al Espíritu Santo para que sea ÉL quien ore en nosotros: Ven Espíritu Santo…

 

2.- Acto Penitencial: Pedimos perdón al Señor, ante de escuchar su Palabra, de todo lo que nos ha impedido orar durante esta semana. Perdón Señor….

 

3.- Oración colecta: ¡Oh Dios!, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones; derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica. Por nuestro Señor.

 

4.- Lectio divina:

a.- ¿Qué dice el texto? Leemos el Evangelio del próximo domingo.

- “Al atardecer de aquel día…se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz con vosotros” (Jn. 20, 19ss).

 

El evangelio nos presenta la noticia dada por la Magdalena a los apóstoles, acerca de la Resurrección de Jesús, pero ellos permanecen encerrados por miedo a los judíos. No conocemos su número de los apóstoles, pero son el centro del relato. La proclamación del mensaje de la resurrección no disipa el miedo a los judíos, quienes provocaron la muerte de su Maestro. El saludo de paz que Jesús les otorga, viene a confirmar las promesas que les había hecho de dar su paz (cfr. Jn. 14,27; 16,33). Desde ahora, los discípulos pueden animarse, porque Jesús está de nuevo en medio de ellos. Las puertas cerradas, no son impedimento para que se haga presente, indicio claro de su victoria sobre las limitaciones humanas. A los apóstoles, les pudo asaltar la duda, de si realmente el que está en medio de ellos es el que habían Crucificado. Necesitan una certeza, saber si realmente es a Jesús de Nazaret a quien tienen delante. Luego de darles la paz, les enseña las heridas de sus manos y el costado. Jesús resucitado es realmente, la misma persona, que había sido levantada en la Cruz y cuyo costado había sido abierto, por la lanza del soldado (cfr. Jn. 19, 18. 34). Surge la alegría en medio de los discípulos, se respira la paz, en medio de la confusión; la prueba que Jesús de Nazaret, Crucificado y Resucitado, está en medio de ellos, les trae alegría (cfr. Jn.14, 27; 16,33). El anuncio hecho por la Magdalena, ahora es confirmado por esta experiencia de Cristo resucitado. Es el paso de una fe, en cierto modo condicionada por las circunstancias, a la aceptación plena y total del Señor resucitado, en el caso de Juan y de la Magdalena, en cambio, los apóstoles les bastó esta experiencia para creer, aunque no a todos, si pensamos en Tomás. Este relato, tiene por finalidad, no sólo mostrar el cumplimiento de las promesas acerca de la paz y la alegría, sino mostrar también, los frutos de la resurrección al mundo: La paz entre el cielo y la tierra; el don del Espíritu, el perdón de los pecados y la participación en la misión evangelizadora. Dones que el Pascua, hay que pedir para vivirlos todo el año.

 

- “Como el Padre me envió, también yo os envió. Dicho esto, sopló y les dijo: Recibid el Espíritu Santo” (Jn. 20,21-22).

 

El saludo de paz, recuerda que la oración que hizo la noche antes de morir, no era un solo un buen deseo, así como ÉL había sido enviado por el Padre, ÉL los ha enviado al mundo (cfr. Jn. 17,18), ahora los reenvía al mundo, tienen que ser lo mismo que Jesús (cfr. Jn. 13, 20; 17, 18). Pero nadie mejor que Jesús conoce su fragilidad, ellos necesitan a Dios como Padre, ora para que sean santificados, pues han de ser santos, como lo es Jesús. (cfr. Jn. 17,11-16; 17-19). Esta santidad sólo se puede hacer realidad mediante la presencia del Paráclito, el Espíritu Santo (cfr. Jn. 14,16-17. 26; 15, 26-27; 16, 7-11. 12-15). El evangelista había dicho con motivo de la promesa del agua viva, que  no se había dado el Espíritu, porque todavía Jesús no había sido glorificado (cfr. Jn. 7, 39). En el patíbulo de la Cruz, Jesús dona el Espíritu a la representación de la comunidad: su Madre, el discípulo amado y la Magdalena; ahí se cumple la promesa del evangelista: Jesús ha sido glorificado, por ello vierte su Espíritu en el último suspiro, preludio de la efusión del Espíritu Santo. ¿Qué sentido tiene esta donación del Espíritu? Los dicho sobre el Espíritu Santo hablan que no sólo la comunidad que estaba bajo la cruz, recibirá el don del Espíritu, sino también los discípulos serán capacitados por el Espíritu para que en el mundo puedan dar testimonio de ÉL. Se constata que el Espíritu está con la comunidad y en la comunidad para siempre (cfr. Jn. 14,16-17; 15, 26-27).  La comunidad deberá continuar la misión de Jesús, para que el mundo sepa que ÉL es el enviado del Padre (cfr. Jn. 17, 21. 23). Será el Espíritu quien dará testimonio de Jesús mientras esté ausente, hasta que los que siguieron a Jesús desde el comienzo sean también sus testigos (cfr. Jn. 15, 26-27). No hay más que una hora de Jesús, por lo tanto, hay un sólo Espíritu que se dona a la comunidad para que sean testigos de Jesús (cfr. Jn. 20,22), ya sea al pie de la Cruz, como la mañana de resurrección y lo sopla sobre sus seguidores, para que estén en el mundo como estuvo ÉL.

 

- “A quienes perdonéis los pecados…” (Jn. 20, 23).

 

Dentro de esa futura misión por medio de su ministerio, los pecados serán perdonado o retenidos, el Espíritu, pondrá al descubierto el pecado, la rectitud y el juicio (cfr. Jn. 16, 7-11), con lo que los apóstoles serán agentes de santificación en medio de la comunidad. Si bien la santificación, trae la alegría al cristiano, por otra, manifiesta, lo que se opone al amor manifestado por Dios en Jesús (cfr. Jn. 3, 16-17). El perdón de los pecados se confía a la Iglesia, por lo tanto, sólo ella puede reconciliar o retener ese perdón, hasta que se den las condiciones necesarias para ello. Estas son arrepentimiento o dolor de los pecados por haber ofendido a Dios, propósito de enmienda, la confesión propiamente tal y la cumplir la penitencia impuesta. El pecado por muy íntimo o personal que sea ofende a toda la comunidad y su reconciliación o perdón recibido, porque es pedido con las condiciones necesarias para recibirlo, es una bendición para toda la Iglesia. La reconciliación sacramental es necesaria para el perdón de los pecados. Toda esta experiencia pascual se vive en la Eucaristía puesto que la presencia de Jesús la encontramos en su Palabra y el Pan de vida, obra del Espíritu que lo hace presente, efusión de su amor sobre la comunidad reconciliada y en alegría perenne que el Resucitado dona a quien lo busca vivo.

 

b.- Meditación. ¿Qué me dice? ¿Qué palabra o hecho de este evangelio me habla al corazón? Escoge un texto o versículo y da razón de tu elección.

 

- “La paz con vosotros” (v.19). Me dice que me concede los dones propios de la Pascua: el Espíritu, la paz, el perdón de los pecados, el gozo de creer, participar en su misión evangelizadora.

 

- “Recibid el Espíritu Santo” (v.21). Me dice que Jesús, cumple su promesa de enviar el Espíritu Santo.

 

c.- Oración. ¿Qué le digo al Señor Jesús a propósito de este texto? Escoge una palabra con la que inicias tu oración personal.

 

- “La paz con vosotros” (v.19). Señor Jesús, que no nos falte nunca tu paz para llevarla a casa, al trabajo y a la sociedad. Te lo pedimos Señor.

- “Como el Padre me envió…” (v.21). Señor Jesús, que la misión de creer en tu palabra y vivirla día a día la aprendamos a compartir con el prójimo. Te lo pedimos Señor.

- “A quienes perdonéis los pecados…” (v.23). Señor Jesús, gracias por esa reconciliación con Dios y los hermanos. Te damos gracias Señor.

 

d.- Contemplación y acción. ¿A qué me compromete este evangelio?

- Compromiso. Misionar también con la palabra.

 

5.- Relectura que hace San Juan de la Cruz esta fiesta del Espíritu Santo: El Santo en su poesía “Llama de Amor Viva” describe la presencia del Espíritu en el alma del cristiano:

1. “¡Oh llama de amor viva,/ que tiernamente hieres/de mi alma en el más profundo centro!/ Pues ya no eres esquiva,/acaba ya, si quieres;/¡rompe la tela de este dulce encuentro!

2. ¡Oh cauterio suave!/ ¡Oh regalada llaga!/ ¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,/ que a vida eterna sabe/ y toda deuda paga!/ Matando, muerte en vida las has trocado.

3. ¡Oh lámparas de fuego,/ en cuyos resplandores/ las profundas cavernas del sentido,/ que estaba oscuro y ciego,/ con extraños primores/ calor y luz dan junto a su querido!/

4. ¡Cuán manso y amoroso/ recuerdas en mi seno,/ donde secretamente solo moras/

y en tu aspirar sabroso,/ de vida y gloria lleno,/ cuán delicadamente me enamoras!”

 

6.- Alabanza y Adoración: Te alabamos Señor…

- Te alabamos Padre por enviarnos al Espíritu Santo, para que guíe a Cristo Jesús. Te alabamos Señor.

- Te alabamos Hijo, por enviarnos tu Espíritu de Amor. Te alabamos Señor.

- Te alabamos Padre desde aquellos que no te aman ni reconocen desde ellos y con ellos, te alabamos Señor.

- Te alabamos Padre desde las familias cristianas y desde las que sufren por distintas razones, te alabamos Señor.

- Te alabamos Padre desde el mundo de los enfermos, depresivos, enfermos terminales, desde ellos y con ellos, te alabamos Señor.

- Te alabamos Padre, desde los grupos de oración, monasterios de clausura, desde ellos y con ellos te alabamos Señor.

 

7.- Preces: Te lo pedimos Señor…

-Te pedimos Padre que no dejes de asistir a tu Iglesia con la fuerza creadora, redentora y santificadora de tu Espíritu. Te lo pedimos Señor.

-Te pedimos Hijo, nos asista siempre tu Espíritu para cumplir la misión que nos encomendaste. Te lo pedimos Señor.

- Te pedimos Espíritu derrames tus siete dones sobre la Iglesia, las familias cristianas, las comunidades religiosas y sobre cada creyente para que con el don que más necesite complete su servicio de santificación personal y al prójimo dentro y fuera de la comunidad eclesial.

- Te pedimos Padre por nuestra patria y por los desafíos que hoy se presentan para que se busque el bien común. Te lo pedimos Señor.

- Te pedimos por la Iglesia universal para el evangelio sea predicado a todos los pueblos de la tierra. Te lo pedimos Señor.

 

8.- Padre Nuestro: Con los brazos en alto.

 

9.- Saludo de la paz: V.- La paz del Señor sea contigo. Y con tu espíritu.

 

10.- Bendición final.

San Juan de la Cruz enseña: “Buscad leyendo y hallaréis meditando; llamad orando y abriros contemplando” (D 157).

www.carmelitasviña.cl.

 

P. Julio González C.