Solemnidad. Santísimo Cuerpo y Sangre
de Cristo
EUCARISTÍA ALIMENTO ESPIRITUAL CORPUS
CHRISTI
Padre Pedrojosé
Ynaraja
1.- No hay
que olvidar que el Señor, en su última cena, lo que dijo al instituir la
Eucaristía fue: tomad y comed. O tomad y bebed. Ambas cosas dentro de una
liturgia probablemente propia de celebración pascual, o Seder
de Pesaj. (Lo advierto para que nadie piense que se
limitara a decir: mirad esto y miradlo bien, que en precioso estuche se
guardará y exhibirá). La Eucaristía es fundamentalmente un alimento espiritual.
Permitidme ahora, mis queridos jóvenes lectores, que os repita lo que uno de
estos días les decía a unos chiquillos que pronto empezarán a comulgar. (Lo de
primera comunión no me gusta, suena a lo que tantas veces acontece: primera y
última, obsequios y convites a mansalva con motivo de la correspondiente
fiesta).
2.- Ante la
lógica reflexión de que una cosa tan pequeña como es la Eucaristía de pan,
difícilmente, al modo de ver de los niños, puede ser tan importante como se les
dice, les enseñaba yo unos medicamentos. Uno de ellos eran unas pastillitas de
cuatro milímetros de diámetro y uno de espesor. Miniaturas, pues. Les decía que
una persona podía en un determinado momento, sufrir temblores, miedos o
angustias y que tragando algo tan pequeño, diminuto respecto a su tamaño
corporal (pensemos en lo que representan 4 milímetros respecto a 1,60 metros de
estatura), al cabo de poco, sentiría calmada su molesta ansiedad. A simple
vista era incomprensible que tan poca materia, produjera tal paz. La madre de
uno de ellos, médico de profesión, con la vista, corroboraba lo que yo decía.
Les enseñaba también otra tableta y les decía que una persona, sufriendo un
ataque cardíaco que le podía suponer la muerte, depositándola bajo su lengua,
seguramente, en pocos minutos recobraría la regulación y fortaleza del ritmo de
su corazón.
3.- No
debemos juzgar las cosas por su tamaño o por la propaganda que ofrezcan los
medios. Lo entendieron, ellos y sus padres que también escuchaban. Y lo
entenderéis sin duda también vosotros, mis queridos jóvenes lectores. Muy
acertadamente, tal es mi parecer, se ha incluido en el rezo del rosario de los
jueves, la institución de la Eucaristía. Aprovecho la ocasión para comentaros,
mis queridos jóvenes lectores, que atribuyo mi salud y vida espiritual, a veces
vacilante, otras desganado o perezoso, pero nunca olvidada y siempre vivita y
coleando, a que diariamente comulgo. En mi caso, es en la celebración de la
misa, con frecuencia en la soledad de mi iglesita.
4.- El
prodigioso “invento” fue cosa que antecedió poco rato antes de marchar a
Getsemaní y sufrir grave angustia, perdiendo de inmediato la libertad. Ahora
bien, el Jueves Santo, su “decorado espiritual” está teñido de la Pasión de
Cristo, que ese día se inicia. Convenía, pues, dedicar una jornada a la
Eucaristía como genial iniciativa, alimento espiritual. A esto obedece la
solemnidad del Corpus Christi.
5.- Ahora
bien, no hay que olvidar que en la Biblia también se dice que “quien coma el
pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre
del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa.
Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo”
(1Co 11,27). Consecuentemente con ello, la Iglesia se hizo consciente de que,
además de alimento espiritual, que en determinadas circunstancias no es apto
recibirlo, la Eucaristía era presencia, que merecía respeto y adoración, aun
para aquellos que sus anómalas situaciones, le impidiesen comulgar.
6.- Y lo que
había sido una simple “caja fuerte” donde se guardaba para atender a “enfermos
y prisioneros” se convirtió en Sagrario, cerca del cual nos podemos situar a
orar. Me gusta al entrar en casa, asomarme a la iglesita, hacer genuflexión,
signo de adoración, besar el sagrario, señal de amor y, recientemente, he incorporado
el tocarlo con mi frente, solicitando del Señor que me ayude, proteja e inspire
durante el día. Os he explicado esta mi experiencia, aunque estoy convencido de
que no podrá ser la vuestra. Un sagrario a escasos metros del pasillo de mi
casa, difícilmente podréis disponerlo vosotros. Pero algo habréis aprendido,
estoy seguro. Y le agradezco al Maestro que yo os lo haya podido contar.
7.- Me
acuerdo que cuando estudiaba bachillerato, la celebración de la misa solo
estaba permitida durante la mañana. Era costumbre de muchos de nosotros, al
salir de clase, antes de ir a pasear con amigos o amigas por la Plaza Mayor,
pasar por una iglesia, en aquel tiempo estaban siempre
abiertas, entrar un momento, rezar un poquitín y salir alegremente a disfrutar
de la amistad. A mi padre, que por su profesión le era imposible asistir a misa
diariamente, le había visto muchas veces entrar en una iglesia, arrodillarse
ante un crucifijo y, brazos en cruz, rezar devotamente una oración, sin dejar,
antes de salir de acercarse al sagrario y rendir el tributo de adoración que
supone la genuflexión.
8.- De las
procesiones propias de este día no os hablo. Merecen respeto, pero me temo que
se haya introducido mucho adorno. Por nuestros pagos “mucho ruido y pocas
nueces”, como se dice vulgarmente. Y excluyo el proceder del Papa que da
ejemplo de devoción, participando en la que se inicia en su catedral, bendice y
predica con acierto. Lo apropiado, vuelvo a repetiros, es comulgar. Un
substituto, un buen suplente, es lo que me he detenido a explicaros.
9- Mi
admirado Guy de Larigaudie,
cuando quiere dar razón de cómo en sus desplazamientos, en sus encuentros con
el mundo de la cinematografía famosa de su época, la despampanante Joan Harlow
incluida, los potentados de EEUU y de los ambientes animistas de África por
donde se movía experimentando la aventura de su vida, dice que si fue capaz de
conservar siempre la Gracia, fue porque cada mañana asistía a la misa de un
misionero y la comunión le daba fuerzas.
10.- Recuerdo
también unos chicos de la China continental, de la Iglesia clandestina, que nos
decían que se levantaban a las 4.30h para ir en bicicleta a misa diaria, en
invierno a 20º bajo cero. Lo hacían porque a aquella hora la policía dormía y
no los ficharía. Ellos también en tales adversas circunstancias, conservaban la
Fe y la Gracia.
No tengo tiempo de comentaros las lecturas litúrgicas de este domingo, pero estoy seguro de que lo que os he contado concuerda con ellas.