«EL PAN QUE RECLAMA LA VIDA Y LA SOLIDARIDAD»
Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de
Posadas,
para la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de
Cristo
[03 de junio de 2018]
En nuestra diócesis hace algunos años
nos hemos dispuesto a celebrar el Corpus
Christi con la reverencia que tiene que tener esta solemnidad. En los
pueblos o ciudades donde hay una sola parroquia hemos buscado que haya un
momento común de todas las capillas para celebrar la misa y la procesión. En
Posadas y Garupá celebramos el Corpus
el sábado, con el gozo de la presencia eucarística del Señor. Lo hacemos en la
cancha de «Guaraní Antonio Franco»
con la Misa a las 16 hs., la procesión por las calles de nuestra ciudad y la
bendición solemne frente a la catedral San José. Por ello, el sábado por la
tarde se suspenden todas las misas de la ciudad para vivir en comunión la
celebración del Corpus.
Quiero
señalar que al celebrar festivamente esta solemnidad del Corpus Christi continuamos en la senda de san Roque González y los
misioneros de las reducciones guaraníes como hace 400 años en nuestra tierra
colorada. Las comunidades indígenas tenían una gran devoción al «Cuerpo y
Sangre del Señor». En aquel entonces, mientras se realizaba la procesión, los
indígenas traían sus instrumentos de trabajo, plantas y animales para que
fueran bendecidos por el Corpus Christi.
Debo
agradecer al Pueblo de Dios la creciente valoración y alegría popular de
nuestra liturgia donde miles de personas adoran al Cuerpo y Sangre del Señor.
El
texto del Evangelio de este domingo (Mc 14,12-16.22-26) nos narra cómo el Señor
les pide a los apóstoles que preparen la Última Cena, la celebración
sacramental de la Pascua, de aquello que iba a vivir en Jerusalén. El texto nos
trae las palabras de la consagración que pronuncia el Señor y que nosotros
repetimos en cada Misa: «Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la
bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen, esto es mi
Cuerpo”. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron
de ella. Y les dijo: “Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se
derrama por muchos».
La
Eucaristía es el momento culminante del amor, de la donación pascual de Jesucristo.
Es aquello que expresa la necesidad de vivir la caridad y, sobre todo, de
practicarla. La comunión del Cuerpo y la Sangre del Señor implica que nosotros
formamos un solo cuerpo porque participamos de ese único pan (1Cor 10,17). La
Misa, la Eucaristía que celebramos, reclama de los cristianos un estilo de vida
ligado necesariamente a la caridad, a tener una referencia a los otros, a
nuestros hermanos, y de modo particular a los más pobres y excluidos. Este
estilo de vida cristiano es totalmente contrario a la propuesta del
secularismo: una sociedad sin Dios, mercantilista y sin valores. En nuestros
días experimentamos fuertemente la oposición entre el humanismo cristiano y las
posturas materialistas que niegan valores esenciales como la vida, la familia,
la solidaridad y la justicia.
En
esta Eucaristía rezamos especialmente por nuestra Patria para que tengamos una
comprensión y una defensa clara de la Vida, de toda vida, especialmente de la
vida por nacer. Es increíble que en el siglo XXI estemos discutiendo si una
vida humana, científicamente comprobado que se da desde la concepción, puede
vivir o no. Rezamos fuertemente por esto porque queremos vivir en una Argentina
que no niegue el derecho humano más básico que proclama que «toda vida vale».
El
Pan compartido en la Eucaristía de este domingo del Corpus Christi, nos invita a poner en ejercicio la caridad como
estilo de vida y como clave para la evangelización y la humanización de nuestra
cultura, y a pedir por el valor de la vida que nos permita ser una sociedad que
viva más dignamente y con esperanza.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo
domingo!
Mons. Juan
Rubén Martínez,
obispo de Posadas