COMPARTIENDO EL EVANGELIO

Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia

(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires)

Décimo durante el año, Ciclo B

Evangelio según San Marcos 3,20-35 (ciclo B)

Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: "Es un exaltado". Los escribas que habían venido de Jerusalén decían: "Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por el poder del Príncipe de los Demonios". Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: "¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás? Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir. Y una familia dividida tampoco puede subsistir. Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin. Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa. Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre". Jesús dijo esto porque ellos decían: "Está poseído por un espíritu impuro". Entonces llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: "Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera". El les respondió: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?". Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".

“SIGAMOS AL SEÑOR, SIRVIENDO A NUESTROS HERMANOS”

Este texto de Marcos, muy completo en muchas cosas, me lleva a destacar algunas cosas. En primer lugar, a Él se lo acusa con que es Belzebul, que es Satanás, que está mal inspirado, que de alguna manera es enemigo de Dios. Por supuesto que Cristo rechaza estas afirmaciones señalando que Satanás no puede dividirse y pelear contra Satanás, y dice: “Yo vengo a pelear contra Satanás, vengo a rechazarlo, vengo a derrotarlo”.

Recordemos que Satán es el adversario y el diablo, la otra figura, es el calumniador. De alguna forma siempre son los que “embarran la cancha”, los que van tentando, van seduciendo, se van metiendo en la imaginación, en los sentimientos. El tentador es tremendo porque quiere separarlo a uno y no quiere que uno llegue a su finalidad; uno quiere ser fiel a Dios, a la gente, pero el tentador tratará de debilitarlo para que no sea fiel a Dios ni a su gente. Es un enemigo que no hay que ignorar ni tampoco subestimar.

El misterio del mal no es una fantasía, es una realidad y, como decía el Beato Pablo VI, “el mal no es solamente una deficiencia, sino una eficiencia de un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor”. También hay una ponderación de un escritor de nuestro siglo, Baudelaire, que decía “su astucia esta propiamente en el persuadir a la gente, hoy más que ayer, que él no existe”.

El maligno juega, tienta, no ama y destruye, ¡no nos queremos convencer!, ¡no puede amar, por eso destruye!, ¡destruye proyectos, personas, familias, sociedades!, ¡quiere debilitar a la Iglesia! Pero siempre Cristo es el vencedor: “¡no teman, yo estaré con ustedes hasta la consumación de los tiempos!”

Queridos hermanos, no tengamos un corazón dividido, sigamos al Señor sirviendo a nuestros hermanos

Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén