12ª semana del tiempo
ordinario. Jueves: Mt 7, 21-29
Llegamos al final del
sermón de la montaña. Jesús va a terminar la promulgación de todos los
preceptos y amonestaciones anteriores con una idea práctica: De nada sirve
escuchar, aceptar, aplaudir quizá, si luego no ponemos en práctica lo que Jesús
nos ha dicho. Para ello nos narra una parábola de dos hombres que construyen su
casa: uno no usa verdadera fundación, la construye sobre arena y el otro la
construye sobre roca. Hoy día normalmente nadie construye su casa sobre arena;
pero en el tiempo de Jesucristo había casas muy frágiles construidas en terreno
arcilloso, con poca consistencia, mientras que los ricos y los prudentes las
edificaban sobre roca. Se pueden apreciar elementos simbólicos sacados del Ant.
Testamento donde la roca es Dios, o también la palabra de Dios,
Según la parábola podemos anotar
tres condiciones para que la vida cristiana sea una edificación sólida: La
primera es que se debe apoyar en Cristo, que es nuestra roca. No podemos contar
sólo con nuestras fuerzas, sino con el amor de Dios. En su fuerza el hombre
encuentra su consistencia. Por eso lo primero es estar a la escucha de
La segunda condición es la
específica de esta parábola: No basta escuchar
La oración debe traducirse
luego en vida y en compromiso. Escuchar
La tercera condición en
nuestra vida cristiana es la perseverancia. No basta con hacer obras buenas un
día o dos, sino siempre. Los que edifican sobre arena son aquellos que viven
una fe sólo de apariencia. Y son aquellos que tienen fe cuando las cosas van a
su gusto; pero dejan la fe cuando no responde a lo que imaginaban. Pasa a veces
con algunos que hacen algún encuentro cristiano y se figuran que están muy
seguros porque en aquellos días han sentido un gran fervor. Luego vienen las
dificultades en la propia familia, en el trabajo, en las amistades, y, si no
tienen un empeño grande en la oración y en el deseo de seguir trabajando y
haciendo el bien, todo va abajo, porque el fundamento no era muy fuerte o no
siguen fundamentando.
A veces se oye decir a
gente que “va a salirse de
Toda la gente estaba
admirada de cómo hablaba Jesús: porque hablaba con autoridad, no como los
doctores de entonces, que se basaban en lo que había dicho algún otro compañero
algo más importante. La autoridad de Jesús le venía porque se le veía unido con
Dios y porque lo que predicaba lo testimoniaba con su vida.