SANTOS
PEDRO Y PABLO, APOSTOLES Y MÁRTIRES
(29
de Junio)
MISA
DE LA VIGILIA
Lecturas
bíblicas
a.-
Hch. 3,1-10: Curación de un tullido.
La primera lectura, nos habla
del primer milagro que obraron Pedro y Juan, dentro de un marco de sana de
convivencia entre judíos y judíos cristianos. Se quiere resaltar la actividad
apostólica, funcionan los poderes dados por Jesús, la efusión del Espíritu
(cfr.Hch.2,43; 4,30; 5,12; 6,8;14,3;15,12; Jl.2,16.19;3,3). Los dos apóstoles,
acuden a la oración de las tres de la tarde, hora en que se sacrificaba el
cordero en el templo de Jerusalén. El lugar exacto, era la puerta Hermosa,
donde encontraron a un tullido de nacimiento que pedía limosna, una buena
ocasión que tenían los judíos para dar limosna a los pobres, obra equivalente a
la oración. Se recalca este milagro, como los hechos por Jesús, porque son
testimonio de la nueva era que inauguró Cristo Jesús con su vida y obras, pero
especialmente fruto de su cruz y resurrección (v.7; cfr. Lc.9,2; Mt.10,1-5;
Mc.6,7-13). La palabra de los apóstoles, es confirmada por los milagros que
obraban (cfr. Lc. 8, 6); milagros que eran la mejor
ocasión para predicar sobre Jesús, la salvación que traía a los hombres, pero,
que provocaba una reacción muchas veces adversa de parte de los judíos, por la
adhesión de algunos a la fe (cfr. Hch. 5, 17; 14,8).
La curación de este paralítico, marca un hito en la vida de ese hombre que pasa
de la muerte a la vida, y en los apóstoles, revivir el poder sanador de
Jesucristo, en beneficio de los necesitados. El verdadero protagonista, no son
ni los apóstoles, ni el lisiado, sino el Nombre de Jesús que es invocado, es
decir, su persona y autoridad; los apóstoles obran con el poder de Jesús, e
invitan al enfermo a dirigirse y poner su confianza personal en ÉL
(cfr.Hch.2,21; 14,21; 15,17; 22,16,1 Cor.1,2). Pedro intenta demostrar que
Jesús de Nazaret, está vivo, que ha sido constituido en Mesías y Señor (cfr.
Hch.2,36), por lo mismo sus discípulos comunican vida nueva y el Espíritu
actualiza la salvación.
b.-
Gál. 1,11-20: La llamada de Dios.
El apóstol Pablo insiste en la
absoluta gratuidad de su conversión, convirtiendo este principio de vida.
Quiere dejar en claro que su vocación tiene un comienzo histórico concreto
(Hch.9ss; 22,5-16; 26,9; Ga.1,12-17); efecto de una elección previa, como
dieron testimonio algunos profetas (cfr.Jr.1,5; Is.49,1). Esa elección y
consagración bautismal tenía por objeto la revelación del Hijo de Dios y por
misión darlo a conocer a los hombres. Su evangelio lo recibió de Jesucristo
entendido esto de manera más real y vital: es fuerza creadora, que produce lo
que anuncia, porque su origen es Dios (v.12; cfr. 1Tes.1, 5). Ese dinamismo
profético, lo recibió directamente de Dios, pero fue una llamada a ingresar en
la comunidad cristiana para ponerse a disposición de Pedro, Santiago y Juan,
subiendo a Jerusalén (cfr. 9,1-30). Dios se dignó revelarle a su Hijo, el cual
parecía oculto, no era objeto de su fe, aunque sabía mucho de ÉL, por ello
perseguía a sus seguidores. El apóstol se sabe elegido para una misión
importante, elegido por Dios, desde el seno de su madre, llamado por su gracia,
para revelarle a su Hijo, y destinado a anunciarle a los gentiles (vv.15-16).
En Pablo, encontramos el sano equilibrio de quien goza de la gratuidad de la fe
y la adhesión a la palabra de los apóstoles. El hombre cree sólo porque Dios ha
intervenido directamente en su vida. Los de Judea no le conocían, pero ahora,
luego de su conversión, glorificaban a Dios por su causa, lo que no es poco (Hch.1,
24), entrando así Pablo a formar parte de la Iglesia apostólica.
c.- Jn. 21,15-19:
Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas,
El evangelista, nos presenta
un interrogatorio de Jesús Resucitado al apóstol Pedro, luego de una comida
pascual a orilla del lago de Tiberíades. Hay dos
temas: el llamado a ser Pastor universal de la Iglesia (vv.15-17), y su futuro
martirio (vv.18-19). La triple pregunta quiere dejar en claro su compromiso
personal con el Resucitado. Dicho compromiso consistirá en amarlo más de lo que
ama a sus compañeros que están en la comida. Pedro responde que su amor
incondicional Jesús Resucitado, lo conoce desde siempre. Jesús exige a Pedro
que cuide de sus ovejas y corderos. Se establece una relación y compromiso
entre Jesús, Buen Pastor, y Pedro al que confía su grey (cfr. Jn.10,11-18). La
explicación de estas tres preguntas se puede encontrar en una declaración ante
testigos previa a establecer un pacto o alianza vinculante. La razón de este
compromiso de amor es superar la triple negación de Pedro al comenzar la Pasión
de Cristo (cfr.Jn.18,15.25.27). Así y todo, Pedro ha mantenido la unidad con
Cristo desde el comienzo de su ministerio, que se rompe precisamente cuando
ambos experimentan su mayor fragilidad en el tiempo de la Pasión
(cfr.Jn.1,40-42;6,67-69; 13,6-10.35-38; 18,15). Cada negación es vencida por la
confesión de amor, pero encierran una acusación: me negaste, ahora declaras tu
amor: ¿estás seguro de tu amor? Una vez
aceptada su confesión de amor por parte de Jesús resucitado, al apóstol Pedro
se le confía la misión de ser pastor universal de su grey. Su misión consistirá
en apacentar a sus ovejas y corderos, restablecer la misma relación de Jesús
con sus ovejas: alimentarlas para darle vida en abundancia (Jn.10,10), que
exista un conocimiento mutuo (Jn.10,14), estar dispuesto a dar la vida por su
rebaño (Jn.10,15), y no olvidar otras ovejas alejadas (Jn.10,16), para formar
una sólo rebaño con un solo pastor. Finalmente, Jesús señala a Pedro su
destino: cuando joven, se ceñía e iba donde quería, ahora vencido por su amor
el escándalo de la negación, comprometido con el pastoreo universal de la
Iglesia, cuando sea viejo, dará su vida por el rebaño que su Señor le confió.
Como Jesús crucificado fue glorificado y ÉL dio gloria a Dios, así mismo Pedro
con su muerte martirial dará gloria a Dios. Revelado lo que implica el ser
pastor de su rebaño, Jesús lo invita a seguirle por el camino de cruz y gloria
como discípulo muy amado.
S. Juan de la Cruz, nos
presenta el efecto, de vida eterna en el alma como la de Pedro y Pablo, de las palabras
de Jesús:” Y no porque los tales no gusten este lenguaje de Dios, que habla de
dentro, han de pensar que no le gustan otros, como aquí se dice, como las gustó
san Pedro (Jn. 6, 69) en el alma cuando dijo a
Cristo: ¿Dónde iremos, Señor, que tienes palabras de vida eterna? Y la
Samaritana olvidó el agua y el cántaro por la dulzura de las palabras de Dios (Jn. 4, 28). Y así, estando esta alma tan cerca de Dios, que
está transformada en llama de amor, en que se le comunica el Padre, Hijo y
Espíritu Santo, ¿qué increíble cosa se dice que guste un rastro de vida eterna,
aunque no perfectamente, porque no lo lleva la condición de esta vida? Mas es
tan subido el deleite que aquel llamear del Espíritu Santo hace en ella, que la
hace saber a qué sabe la vida eterna. Que por eso llama a la llama
"viva"; no porque no sea siempre viva, sino porque le hace tal
efecto, que la hace vivir en Dios espiritualmente y sentir vida de Dios, …lo
cual es gustar a Dios vivo, esto es, vida de Dios y vida eterna. Ni dijera
David allí: "Dios vivo", sino porque vivamente le gustaba, aunque no
perfectamente, sino como un viso de vida eterna.” (Llama de Amor viva B 1,6).
P.
Julio González C.