Los dos absolutos

 

En entrevista a Pedro Casaldáliga, el periodista le pregunta: ¿“Todo es relativo para Ti? Sólo hay dos absolutos, responde: Dios y el hambre. Todo lo demás es relativo”. Los creyentes asumimos con total convicción lo absoluto de Dios. Pero asumir el hambre como absoluto es ya una novedad, un desafío, un reto de humanidad. Pío XII que no sabía de extremismos, decía: “No se le puede predicar a estómagos vacíos”. No se puede entender una religión con sus fieles hambrientos.

Jesús es consciente de la realidad que viven sus seguidores. Están extenuados. Viven lejos. No puede despedirlos hambrientos.  Necesita fortalecerlos para el camino. Pide a los discípulos que les den de comer. Y viene la excusa de siempre: ‘No hay dinero suficiente para atender a semejante demanda’. Hoy es más grave la situación que va de extremo a extremo: Aquellos a quienes les sobran y botan. Éstos son pocos. Pero lo que botan sería suficiente para las mayorías hambrientas.

Jesús en su evangelio nos apalabra sobre una responsabilidad que es comunitaria: La mesa del discipulado debe alcanzar para satisfacer a quienes sufren de hambre. Hoy muchos que rezan justifican su indolencia, su inconciencia y el desprecio por los demás, atrincherándose en sus espiritualismos. Allí se sienten bien, no importa que a su alrededor, alguien les pida un trozo de pan y la coherencia entre lo que rezan y lo que hacen.

El hambre es la mayor tortura que padece la humanidad en esta época de la abundancia, de la tecnología y de la ciencia. Pareciera que hay un pequeño grupo de privilegiados que lo disfrutan todo a expensas de una humanidad sufrida, escuálida, en estertores de hambre. La escuela del discipulado debe partir en su estrategia pedagógica de la concientización profunda y comprometida con la humanidad doliente. La exigencia de Jesús sigue vigente: “Denles ustedes de comer”.

Cochabamba 29.07.18

jesús e. osorno g. mxy

jesus.osornog@gmail.com

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