D O M I N I C
A XVI
( B ) (Marcos, 6.30-34)
" El hombre
nació para trabajar, como las aves para volar " Job ( V- 7
) . |
- Es digno de valorar que, ni la sublimidad del
mensaje que entraña el Reino de los
Cielos, le impide a Jesús estar al tanto, y preocuparse, de detalles
humanos tan entrañables y necesarios como, el descanso de sus discípulos. "Venid
vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco".
- El trabajo no es un castigo de Dios, como algunos pudieron
afirmar interpretando erróneamente cierto pasaje del Génesis. El trabajo es una
estupenda realidad que dignifica al hombre y por
- El trabajo, por tanto, desde una perspectiva humana,
es un bien que:
- Dignifica y ennoblece al hombre.
- Le hace ser útil a la sociedad.
- Y le sirve para proporcionarse un digno medio
de subsistencia.
- Y, desde
la Fe revelada por Cristo, el trabajo es además:
- Una colaboración del hombre con Dios en su
Obra creadora.
- Un
medio personal de santificación, cuando el
hombre, guiado por la Fe, se esfuerza y sabe aplicar a sus tareas humanas la
sobrenatural “trilogía del trabajo”: santificar
el trabajo, santificarse con el trabajo y santificar con el trabajo. Trilogía
que predicó San Josemaría Escrivá, reconocido pionero de esta innovadora “teología”
del trabajo.
- Santificar el trabajo.
Ofreciéndolo a Dios y realizando ese trabajo con la perfección humana que
requiere cada actividad.
- Santificarnos con el trabajo. Porque
el trabajo bien realizado nos lleva al
ejercicio de un cúmulo de virtudes humanas y sobrenaturales.
- Y santificar con el trabajo. Porque el trabajo es una oportunidad de
relacionarnos con los demás que brinda una ocasión para que el cristiano,
en sus distintos ambientes, pueda dar testimonio de su vida cristiana con la
ejemplaridad de su conducta.
- Reconocidos todos
estos aspectos positivos del trabajo, hoy Cristo, con su intervención, nos
recuerda que, dada nuestra condición humana, el descanso es también un componente
indispensable del trabajo.
- Descansar
del trabajo físico ó intelectual, es una necesidad de nuestra naturaleza. ¡No podemos
ser como cuerdas de guitarra, permanentemente tensas!
- Por eso, a
pesar de ser el trabajo una realidad tan positiva, en la laboriosidad se puede
pecar tanto por defecto como por exceso.
- Se peca
por defecto, con la ociosidad.
- Pero
también por exceso, cuando el trabajo, en vez de ser un razonable y
ordenado medio de realización personal, pasa a convertirse, en un fin obsesivo e
incontrolado que lleva a invadir otras facetas de la vida que forman parte del plan
de Dios sobre sus criaturas: la dignidad de la persona, primordiales deberes con
la familia, o los mismos deberes para con Dios. Cuando esto sucede, - como reza
el conocido axioma - “el caballo se monta
sobre el caballero”. Desorden que rompe el equilibrio de la propia dignidad
humana y hace que ese trabajo deje de ser ya un medio santificador y
santificante y, aunque sea duro decirlo, se equipara más al que pueden realizar
otros seres que carecen de nuestra dignidad humana.
- En esta
perspectiva, y en esta consideración cristiana del trabajo, es donde se enmarca
la necesidad de ese descanso, que Jesús hoy reclamaba para los suyos, y donde encajan
también, unas merecidas vacaciones que, ¡ojala!, pudieran ser patrimonio de todos.
Guillermo Soto