COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires)
décimo
noveno durante el año. Ciclo B
Evangelio según San Juan 6,41-51 (ciclo B)
Los judíos murmuraban de Jesús, porque había dicho:
"Yo soy el pan bajado del cielo". Y decían: "¿Acaso este no es
Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede
decir ahora: 'Yo he bajado del cielo'?" Jesús tomó la palabra y les dijo:
"No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el
Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el
libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios. Todo el que oyó al
Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el
que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree,
tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron
el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel
que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este
pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo".
EL PAN DE VIDA
Queridos hermanos: cuando
hablamos de Jesús, hablamos de Cristo, hablamos de la fe y también hablamos del
sacramento; es algo muy especial: el sacramento de la Eucaristía, el Cuerpo del
Señor.
Siempre la fe exige el
sacramento y siempre el sacramento es incomprensible fuera de la fe. Porque no
son meros ritos que se celebran, formales; sino que detrás de cada rito está el
signo y detrás de cada signo está la gracia eficaz, está la presencia y en la
Eucaristía está el Cuerpo, Alma y Divinidad de Jesucristo. Está todo entero,
aunque sea una partecita de esa hostia consagrada, pero está el Cuerpo de
Cristo entero; allí uno toca a Dios y Dios nos toca a cada uno de nosotros.
Cuando uno tiene fe se
produce un encuentro: lo divino en lo
humano y lo humano en lo divino. Y en ese encuentro sagrado -porque el Banquete
es Sagrado, la Comida es Sagrada, la Eucaristía es Sagrada- se produce una
transformación. Dios nos toca y nos transforma. No es una cosa mágica pero sí
hay una cierta correspondencia entre el don que Dios da y el sujeto que lo
recibe.
Si yo estoy atento y me
estoy preparando para recibirlo, el encuentro será mucho más fuerte. Como
cuando alguien está por venir a casa, que uno prepara la mesa, hace la comida,
adorna el lugar, arregla todo para que el que viene se sienta bien recibido, bien
aceptado, bien acogido; de esa misma forma sucede con la Eucaristía. Uno tiene
que prepararse. No es una cosa automática. Hay que prepararse interiormente
para que el encuentro sea profundo.
Los católicos, los que
llegamos a la Eucaristía de diferentes maneras, como pueblo fiel nos acercamos
a recibir lo sagrado, “el Pan vivo bajado del cielo”, porque quien lo recibe,
quien lo come, tiene vida eterna.
Queridos hermanos, seamos
conscientes de lo que Dios nos da, seamos conscientes del regalo, la acción de
gracias, la Eucaristía. Por ello tenemos que hacer méritos, merecerlo y no
despreciarlo; recibirlo bien y darle lo mejor. Pidamos al Señor que nos ayude a
descubrir, en Jesús, al Pan de Vida eterna.
Les dejo mi bendición: en el
Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén