XXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO,
Ciclo B
Padre
Pedrojosé Ynaraja Díaz
DEPORTE DE RIESGO: LA FE
Exceptuando los lugares con referencia a Jesús, uno de
los que más aprecio de Tierra Santa, es Siquem. No es
que lo que allí vea sea majestuoso o especialmente bello, no. me encanta el
sitio en sí por varias razones, la que hoy os explico a vosotros, mis queridos
jóvenes lectores, es la que se cuenta en el libro de Josue,
que se proclama este domingo como primera lectura.
El pueblo hebreo se había establecido definitivamente en
la tierra prometida,pero los
recuerdos de su estancia en Egipto y el contacto con las gentes de su entorno,
les había ido pegando costumbres y creencias de la cultura cananea que les
rodeaba. Hay cosas que se pueden mezclar, pero que no se pueden diluir, una de
ellas es la religiosidad. Como le pasa al agua para el consumo humano, es
preciso depurarla, antes de que sea apta del todo para beberla.
Josué, el caudillo sucesor de Moisés, reúne al pueblo en
Siquem. Es un lugar muy apto para sus propósitos.
Mirando a oriente a su izquierda tienen el monte Ebal
y el Garizín a su derecha. Hay que escoger. Les habla
con franqueza, les recuerda su historia, las creencias de sus ancestros, pero
pone el acento en la Fe en su Dios, que desde su padre Abraham, profesan y
reciben de Él ayuda. Deben escoger. Escoger siempre es renunciar a algo. Se lo
recuerda. Ellos se comprometen. Para recordar su pacto, Josué levanta una
piedra y la clava en el suelo. Será testimonio, será exigencia radical. (esto último, la piedra, no está en el fragmento proclamado
hoy, pero pertenece y se escribe a continuación en el mismo libro bíblico)
¿Os acordáis del evangelio del domingo pasado? ¿os acordáis del de esta domingo? Jesús no retrocede debido a
que no le entiendan. No le entienden ni los notables, ni los mismos discípulos.
No hay que extrañarse, nadie es capaz de entender este lenguaje, los contenidos
que ellos creen que son los que quiere trasmitirles el Señor.
Os confío a este respecto que cuando en ocasiones me he
encontrado con alguna pareja de novios y que uno de ellos me dice
que no cree en Dios porque no tiene pruebas de que exista, yo le pregunto:
¿sabes el número de su DNI de tu enamorado? No, responde. ¿y
cómo es su huella dactilar? Tampoco. ¿tienes una fe de
vida suya, reciente, y firmada y rubricada por un juez? Evidentemente, no. Pues
tu enamorado no existe, le digo. No me das ninguna prueba de ello y como no
está vivo, no puedes pretender compromete en matrimonio.
Lo que dices es una estupidez. Yo le quiero y él me ama
y ya es suficiente.
Estoy de acuerdo, evidentemente.
Algo así supone la respuesta de Pedro: Señor ¿a quién
vamos a acudir? Tu tienes
palabras de vida eterna.
La Fe es un riesgo. Un deporte espiritual de riesgo, no
lo olvidéis.
Siento mucho, mis queridas jóvenes lectoras, no tener
tiempo para dedicároslo a vosotras hoy y ahora, las que os habéis podido sentir
ofendidas por los criterios de Pablo sobre el matrimonio. Están condicionados
por la cultura de su tiempo, pero aun así ¿no creéis que tantas mujeres que son
víctimas hoy de la violencia de género, violencia sicológica o física, llegando
hasta el homicidio o el asesinato, en su situación, hubieran sido felices de
recibir de su conyugue un amor semejante al que Cristo tiene por su Iglesia que
es lo que exige el apóstol al marido?