Faltos de todo

 

La sociedad actual es ‘cositera’, extrovertida, momentánea.  Usufructúa cosas, en general, desechables, pasajeras, inútiles. Vivimos tan cercanos a la nada. Se nos escapa lo esencial, lo definitivamente importante, necesario. Pablo le recomienda a los Efesios que tengan cuidado de aquellas gentes “vacías de pensamiento”. Es como decir, aquellos que obran sólo por instinto, por un afán de exhibición, exentos de ideas y de futuro. Les falta todo.

Se dan hoy muchos signos de involución, de reacción. Hay una tendencia generalizada en movimientos, política, religión que busca posesionarse en el pasado, adueñarse del pasado sin mirar el presente y sin posibilidad de futuro. Ese fue el pecado del Pueblo de Israel en su camino a la libertad en el desierto: Querían regresar a las cadenas de Egipto. Tan simple como eso. Perdieron el gusto por la novedad, por el imprevisto embarazado de esperanza.

Jesús nos habla de los ‘signos’ que nos abren paso a la vida. El horizonte que plantea Jesús es muy simple: La convivialidad, la fraternidad, el compartir generoso y constructivo. El signo nos habla de otra realidad y hacia allá quiere Jesús que vayamos: Hacia la universalidad, hacia la solidaridad plena, no con el cercano sino también con el ‘Otro’, aquel que no conocemos, de cuyas vidas apenas sí olfateamos en lejanía. Así quiere Él construir la nueva humanidad.

Jesús reta a sus interlocutores porque se quedaron en la superficie, en lo accidental de su mensaje. No avanzaron. En el pan multiplicado sólo encontraron la saciedad de su hambre, mas no, el Pan de la Vida. En la gente hambrienta sólo había rasgos de humanidad en proyecto sin dirección y sin liderazgo, mas no, la necesidad de un Salvador. Y en las sobras sólo vieron desperdicios, mas no, el principio de una nueva semilla de humanidad construida a base de entrega y compromiso.

Cochabamba 05.08.18

jesús e. osorno g. mxy

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