21ª semana del tiempo
ordinario. Sábado: Mt 25, 14-30
En este capítulo reúne san Mateo algunas
parábolas dichas por Jesús hacia el fin de su vida para hablarnos sobre el
juicio de Dios a todos y de una manera especial dirigido a los jefes judíos.
Hoy nos recuerda, como en otras ocasiones, que somos administradores de las
cosas que decimos nos pertenecen; pero que en realidad son dones de Dios, que
nos presta para nuestro bien. Desgraciadamente muchas veces los empleamos para
el mal o no los empleamos para el bien. Con mucha frecuencia no nos ayudan para
amar más a Dios y ser más solidarios con el prójimo.
Hoy Jesús con esta parábola
de los talentos nos quiere dar una gran lección: que con los dones que Dios nos
da no solamente no tenemos que hacer el mal, sino que debemos hacer
positivamente el bien. También podía tener otras finalidades la parábola, como
era el recordar de nuevo Jesús a los jefes religiosos de Israel que ellos no
tenían la exclusiva de las gracias de Dios, como así se lo recordaba Jesús de
varias maneras en las últimas semanas de su vida. Dios quiere que todos se
salven, y por lo tanto, si ellos se quedan inactivos y no hacen algo positivo
para que otros conozcan la bondad de Dios, tendrán un severo castigo, aunque
hayan sido predilectos de Dios.
También podemos ver una
aplicación de la parábola a la misma vida de Jesús y de las primitivas
comunidades. Jesús se va a marchar, primeramente en la muerte y sobre todo en
Dios distribuye sus gracias
de forma desigual. Hay algunos que creen que esto es una injusticia; pero cada
uno tiene sus propias particularidades. La injusticia sería si no hubiera posibilidad de salvación. Es de
anotar cómo el amo de la parábola, al premiar al que ha duplicado los cinco
talentos y al que ha duplicado los dos talentos, les dice exactamente
las mismas palabras, porque los dos han trabajado según las posibilidades que
tenían. Dios es libre y a veces nos sorprende al dar sus gracias; pero lo que
cuenta es el esfuerzo y el rendimiento proporcionado a las gracias.
El mensaje principal de hoy
está en el que no pone a fructificar el talento que recibe. Ser cristiano no
significa sólo no hacer el mal, como el que dice: “yo no robo ni mato”. Si no
hace cosas buenas con los dones recibidos, es señal de que está haciendo el
mal. Y esto es porque una riqueza que se queda muerta o sin invertir, se
devalúa. Quien no multiplica lo que tiene, lo dilapida. Por lo tanto quien
esconde su talento, ha escogido una seguridad falsa. De hecho es actuar por
egoísmo, porque cuando hay amor, se busca aumentar los bienes de la persona
amada. A aquel hombre perezoso el amo le castiga no porque haya malgastado el
dinero o porque haya robado, sino porque no ha aumentado ese dinero.
Dios nos da muchos bienes,
unos son naturales como la vida, la salud, la inteligencia, las habilidades;
otros son sobrenaturales como la fe, los sacramentos,