24ª semana del tiempo
ordinario. Viernes: Lc 8, 1,3
Hoy se nos narra en
el evangelio una situación normal en la vida apostólica de Jesús. Lo primero se
nos dice que iba recorriendo pueblos proclamando la buena noticia del Reino de
Dios. Y la primera consideración hoy es que el Reino de Dios, que es lo mismo
que decir “la religión”, lo que nos une a Dios, es una buena noticia.
No todos lo creen esto así, porque no se vive. Para que lo podamos
comprender y abrazar, se necesita proclamarlo de verdad, como lo hacía
Jesucristo. Una noticia se puede decir, pero Jesús la proclamaba o predicaba.
Esto es cuando sale de dentro, porque uno está imbuido de esa noticia, se ha
hecho vida de uno mismo.
Predicar es dar
testimonio de lo que se dice. La predicación total no abarca sólo las palabras,
sino toda la persona. El predicador debe manifestar con su vida la verdad que
proclama. De esta manera sí puede propagarse la “Buena Noticia”. Jesús lo
proponía para todos, para hombres y mujeres. Por eso a continuación san Lucas
afirma que un grupo de mujeres seguían a Jesús como verdaderas discípulas.
San Lucas es el
evangelista que da más relieve a las mujeres. Algunas veces por medio de los
milagros: o porque se verifican en ellas o porque ellas lo piden. Otras veces
es por el trato, no discriminado, como al hablar con la samaritana, o
presentarse resucitado ante
Esto era una cierta
novedad en aquel tiempo. No lo era el hecho de que ayudasen con sus bienes,
pues todos los “maestros” solían tener mujeres que les ayudaban, eran como sus
protectoras. Otra cosa era el hecho de seguirle como discípulas. Los rabinos
solían excluirlas del círculo de los discípulos. Las mujeres no estaban ni
siquiera obligadas a asistir a la sinagoga. No contaban para numerar la
asistencia. Pero Jesús es a ellas a quienes primeramente les anuncia su
resurrección.
Jesús las tiene en
cuenta y siempre nos enseña que su doctrina es para todos por igual. No vamos
aquí a entrar en el tema de porqué
En el apostolado se
necesitan muchas cosas, y una mujer puede hacer mucho, especialmente en algunos
ambientes. Pero también se necesita dinero. Jesús iba caminando con todo ese
grupo de discípulos, hombres y mujeres, y algunas cosas necesitarían. Algunas
de estas mujeres, nos dice san Lucas, tenían algunos bienes y con ellos
ayudaban al grupo. Hoy también muchas mujeres, además de otras buenas obras
ayudan con sus fuerzas y bienes. Su ayuda es a
San Lucas es el
único evangelista que dice el nombre concreto de algunas de estas discípulas de
Jesús. Una estaba casada, otra, María Magdalena, había estado discriminada,
aunque no sabemos exactamente cómo y por qué, y de otra, Susana, sólo conocemos
su nombre. Nos dice el evangelista que había otras varias. En