Del rito a la vida

 

La praxis religiosa obedece a normas, leyes, rituales, ritos. Es un conjunto de tradiciones que normalmente regulan el quehacer humano. Son estáticas, rígidas. Van envolviendo a la persona en un quietismo existencial difícil de cambiar. “Siempre se ha hecho así”, es la regla. Pero esto no sólo vale para lo religioso, también se da en las culturas, en la política, en lo económico, en lo social. La innovación, la creatividad, la novedad están vetadas. Y se ve como ‘peligroso’ a quien va en contra vía.

Jesús choca contra esta manera de pensar de su pueblo y, sobre todo, de los fariseos. Es un pueblo hecho en moldes de perennidad. Ahí nada se cambia. Conceptos como vida, profetismo, corazón, renovación están dados de alta. Es decir, el rito se desliga de lo humano, lo sensible, peor aún, de lo simbólico. La primera reacción de Jesús ante esta manera de vivir, de celebrar tan lejos de la realidad, es decirles que han perdido el corazón. Se les acabó la pasión, el afecto, el sentimiento.

Para la Biblia, quien escucha y pone en práctica la Palabra, es sabio y sensato. Pero también en la Biblia, la Sabiduría se confunde con Dios y, el Dios de la Biblia, es Vida, es Novedad, es Creatividad, es Innovación. Este Dios rechaza el ‘intimismo’, el ‘ritualismo’, el ‘inmovilismo’. La Palabra energetiza, recrea, transforma. El dios de la repetición no es bíblico. No está su nombre en el Credo cristiano. No es apto para un corazón de fuego.

Pero el gran peligro de este tradicionalismo a ultranza, está en la desconexión con la vida. Se reduce al mero cumplimiento en exactitud de gestos y ritmos ya caducos. La Palabra insiste en que “la verdadera religión está en socorrer a los huérfanos y viudas en su tribulación”. Es decir, la religión es humana, humanización, humanidad, o ya se desconectó del Dios Viviente de la Biblia. Y se da esa desconexión cuando olvidamos al Hermano, su dolor y su pasión.

Cochabamba 02.09.18

jesús e. osorno g. mxy

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