Mundo universo de sordos

 

Pareciera que en el tiempo de Jesús la comunicación fuera menos difícil. Los medios eran rústicos, las distancias se medían por días, los problemas eran más simples, las preguntas más comunes. Pero ya existía la sordera. Hombres o mujeres sordas y mudas. Es decir, se daba la incomunicación o las dificultades para lograrlas. Hoy a pesar de la tecnología se nos dificulta más la comunicación entre los seres humanos. Sus relaciones se han convertido en un grito de sordos.

“Hoy tenemos una excelente teoría de la acción comunicativa” (J. Habermas). ¡Teoría! ¡Demasiada Teoría! Sin embargo, todo se reduce a información. Estamos agobiados de noticias, incluso, de ‘fake news’ (noticias falsas), medios especializados en sensacionalismo, distorsión de la realidad, desprestigio y calumnia. Hemos perdido el oído, se nos disecó la lengua. No nos llega la profecía de Isaías: “Los oídos del sordo se abrirán… la lengua del mudo cantará”.

Se hace novedoso que en el Evangelio, la multitud se llene de asombro al ver el signo prodigioso de la curación del sordomudo. Y nosotros nos quedamos indiferentes ante la degradación de nuestras gentes desposeídas de su verdad, alterada su realidad, manipuladas en sus conciencias. Todo obedece a un principio de des-información, de desconexión en nuestras relaciones humanas que nos lleva a la soledad, al egoísmo reducido todo al qué meimportismo en el que vivimos hoy.

Esta incomunicación tiene sus raíces. Santiago nos lo dice sin tapujos: Son los favoritismos los que crean las fronteras, las divisiones, la exclusión en último caso. Y a Éstos se les niega la palabra, la mirada, la dignidad, el derecho. “Dios no hace acepción de personas”. Para Él somos iguales, sus Hijas y sus Hijos y nos hace merecedores de su Palabra que recrea en nosotros la audición última capaz de percibir su silencio en el cual pronunciamos su alabanza y bendición.

Cochabamba 09.09.18

jesús e. osorno g. mxy

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