Nosotros pensamos distinto de Dios

Hay muchas maneras de manipular, tergiversar, condicionar nuestras relaciones con Dios, nuestra misma fe y prácticas religiosas. Los fariseos se consideraban acreedores de Dios, Él era su deudor. Pareciera que Dios tuviese muchas obligaciones para con su gente creyente. Hay quienes arremeten contra Él por el simple hecho de supuestos incumplimientos en “mandas y promesas” que no alcanzan a satisfacer a sus clientes. Y hay un banco de frustraciones acumuladas en las que se llevan cuentas de súplicas y peticiones que nunca alcanzaron su favor.

Jesús va camino a Jerusalén con sus discípulos. En el camino les va apalabrando sobre su pasión y su muerte. Les dice que será juzgado y que su vida va a terminar como los últimos de la sociedad. Pero Ellos no entienden nada. Pensaríamos nosotros que no querrían entenderlo, que no se enteran de una cosa tan clara e incluso, que les da miedo preguntarle. Pero miedo, ¿a qué? Al acontecimiento central del Evangelio. Y eran sus discípulos. ¡Triste realidad!

Lo cruel del asunto es esto: Mientras Jesús va hablando sobre lo trágico de su muerte que lo llevará a ser juzgado, ejecutado como lo último de la escoria humana, sus discípulos discuten sobre los primeros puestos. Es como no entender nada. O mejor, estos hombres pensaban al revés de como pensaba Jesús. Hay que decirlo a viva voz: Jesús optó por los últimos en contra vía de lo que puedan pensar muchos de los así llamados discípulos o discípulas a través de la historia.

Esta conducta engloba todas las cobardías, miedos e ignorancias de la andadura cristiana. Nuestros pensamientos están lejos del accionar de Dios, de su voluntad, de su opción. Pablo nos lo dice: “debemos tener los mismos pensamientos y sentimientos de Cristo (Flp 2,5). A su debido tiempo los apóstoles, con la fuerza del Espíritu, entenderán el caminar del Maestro. Lo hicieron con su vida, ejemplo al cual estamos llamados también quienes estamos matriculados en su escuela.

Cochabamba 23.08.18

jesús e. osorno g. mxy

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