«la fe del pueblo»
Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de
Posadas,
para el 25° domingo durante el año
[23 de septiembre de 2018]
Este fin de semana estamos viviendo un
acontecimiento muy importante en el nordeste argentino. Los jóvenes de las diez
diócesis de la región y de distintos lugares del país realizan una nueva
peregrinación a la Basílica de Itatí, a la casa de nuestra Madre, este año bajo
el lema «Como María, hacemos Tu
Voluntad». Todos sabemos que esta
advocación de la Madre de Jesús de Nuestra Señora de Itatí es una devoción
antigua y querida por el pueblo de Dios en nuestra región del nordeste
argentino.
En realidad, María siempre acompañó a
la Iglesia. Desde su mismo nacimiento, en la mañana de Pentecostés, ella estuvo
junto a los Apóstoles: «Todos ellos, íntimamente
unidos se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la
Madre de Jesús y de sus parientes»
(Lc 1,14). Desde los primeros siglos, los cristianos
veneran a María con diversas advocaciones ligadas a los lugares donde la
Iglesia evangelizaba. En América Latina, desde que la fe cristiana llegó a
nuestras tierras, ha estado cerca de su pueblo: Guadalupe en México, Caacupé en
Paraguay, Luján en Argentina y, en nuestro nordeste, la de Itatí.
En este domingo celebramos la
peregrinación y las Misas junto a miles de jóvenes, laicos, consagrados,
sacerdotes y obispos de nuestra región. La peregrinación a Itatí, así como
tantas otras expresiones de religiosidad son signos de la fe de nuestra gente y
es un tema que requiere la preocupación de los cristianos por acompañar desde
la evangelización la riqueza de esta piedad popular. El texto de este domingo
(Mc 9,30-37), señala la catequesis sobre la verdadera grandeza: «El que quiera hacerse el
primero debe hacerse el último de todos y el servidor de todos». Sin esta actitud de
pequeñez difícilmente comprendamos la evangelización de nuestro tiempo y la
valoración necesaria de la piedad popular.
El documento de Aparecida del
episcopado latinoamericano nos enseña e ilumina sobre aspectos que tendremos
que tener en cuenta al considerar la piedad popular en nuestra realidad
misionera en orden a la evangelización. «No podemos devaluar la espiritualidad
popular, o considerarla un modo secundario de la vida cristiana, porque sería
olvidar el primado de la acción del Espíritu y la iniciativa gratuita del amor
de Dios. En la piedad popular, se contiene y expresa un intenso sentido de la
trascendencia, una capacidad espontánea de apoyarse en Dios y una verdadera experiencia
de amor teologal. Es también una expresión de sabiduría sobrenatural, porque la
sabiduría del amor no depende directamente de la ilustración de la mente sino
de la acción interna de la gracia. Por eso, la llamamos espiritualidad popular.
Es decir, una espiritualidad cristiana que, siendo un encuentro personal con el
Señor, integra mucho lo corpóreo, lo sensible, lo simbólico, y las necesidades
más concretas de las personas. Es una espiritualidad encarnada en la cultura de
los sencillos, que, no por eso, es menos espiritual, sino que lo es de otra
manera. La piedad popular es una manera legítima de vivir la fe, un modo de
sentirse parte de la Iglesia y una forma de ser misioneros, donde se recogen
las más hondas vibraciones de la América profunda. Es parte de una originalidad
histórica cultural de los pobres de este Continente, y fruto de una síntesis
entre las culturas y la fe cristiana. En el ambiente de secularización que
viven nuestros pueblos, sigue siendo una poderosa confesión del Dios vivo que
actúa en la historia y un canal de transmisión de la fe. El caminar juntos
hacia los santuarios y el participar en otras manifestaciones de la piedad
popular, también llevando a los hijos o invitando a otros, es en sí mismo un
gesto evangelizador por el cual el pueblo cristiano se evangeliza a sí mismo y
cumple la vocación misionera de la Iglesia». (DA 263-264)
En este tiempo en que tantos
cristianos se encuentran para rezar y reflexionar sobre la evangelización, será
fundamental ver cómo partiendo de la riqueza que nos aporta la piedad popular,
buscamos nuevas estrategias pastorales que lleven al corazón de la gente la
persona de Jesús y sobre todo el discipulado en el que todos debemos
iniciarnos, la formación integral o bien la catequesis que nos permita madurar
nuestra fe y dar respuestas adecuadas para evangelizar nuestra cultura
misionera.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo
domingo!
Mons. Juan
Rubén Martínez,
obispo de Posadas