XXVI Domingo del Tiempo Ordinario,
Ciclo B.
Clueca
algunos
Padre Pedrojosé
Ynaraja
1.-
Estoy seguro, mis queridos jóvenes lectores, de que el ejemplo que os voy a
poner y que titula este mi mensaje-homilía, para muchos de vosotros no os
servirá, pero es el que en este momento se me ocurre. Cuando era joven teníamos
un gallinero, de cuando en cuando, descubríamos que une gallina había ido
escondiendo huevos y ahora los incubaba. Al cabo de unos días se rompían las cascaras
y salían los polluelos. La escena era bonita. La madre amparaba a su prole. Si
alguien se acercaba, enfurecida, amenazaba con su pico y el gallo también,
señor que se sentía del corral, se acercaba también bravucón. El espectáculo
era cómico, de una patada podía uno mandar lejos a aquellas aves, pero ellas se
sentían propietarias y defensoras de su descendencia. Por muy agresivas que
pudieran ser, un zorro o un gavilán, las podía matar en un momento.
2.-
Pienso ahora que tal vez vosotros lo que habréis visto, será el comportamiento
de una perra rodeada de sus perritos. Aunque carezca de alimento, si uno se
atreve a acercarse y ofrece un poco de leche a sus cachorros, de inmediato
gruñe y muerde si es preciso. Siente su exclusividad, aunque acarree males
3.- Y
aquí y ahora en el Reino de los Cielos. Me he entretenido en poneros unos
curiosos ejemplos para centrar vuestra atención, ahora voy a continuar situados
ya en el terreno espiritual, en el ámbito cristiano, con espíritu analítico,
crítico, exigente.
“En
la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho… (Jn 14,2)” dijo el Maestro. Pero bien sabéis, mis queridos
jóvenes lectores, que muchos creen que no hay más que un cubil, que es el suyo.
Lo que puedan hacer los demás en la Iglesia, carece de valor y hasta en algunas
ocasiones se ataca las ideas, los proyectos, las realizaciones de los demás.
¡Cuánto mal hacen los tales!
3.-
En el pasaje del libro de los Números, que corresponde al que proclamamos en la
misa de hoy, se trata de unos dones que se les promete a los ancianos
escogidos, algunos de los cuales no acuden a la cita, les ha faltado este
requisito. No se han alejado del pueblo peregrino, solo se han distanciado un
poco, pero esta particularidad es suficiente para que el grueso de los que se
sienten fieles en exclusiva los quiera descartar.
4.-
Algo parecido ocurre con el grupito de los Apóstoles, quieren ser ellos solos,
gozar del monopolio. Y al Reino de los Cielos hemos sido invitados todos. Y
gozar de sus privilegios no es distintivo de unos pocos. El Cristianismo no es
religión de iniciáticos. Gracias a Dios en el conjunto de la Iglesia Católica,
nuestra madre, se ha avanzado mucho en este terreno. Desde los tiempos del
Santo Padre Juan-Pablo II, los que llamábamos anteriormente en lenguaje
habitual herejes, enemigos de la Iglesia, empezaron a ser al inicio del
Concilio Vaticano II, los hermanos separados, para atrevernos más tarde a
llamarlos los hermanos desunidos. Debemos aprender e imitar el comportamiento
ejemplar del Papa Francisco desde el principio de su episcopado romano y
acentuado estos días que peregrina por los países nórdicos. Con luteranos,
reformados, evangélicos y otras hierbas, debemos sentirnos próximos, procurar
colaborar con ellos, sin que signifique renunciar a la riqueza de nuestra Fe. Y
aceptar que tal vez por parte de ellos no sintamos este valor ecuménico que
nosotros apreciamos. Tender puentes con todos, nunca muros, invita el Papa que
siempre pretendamos.
5.- Y
en nuestro proceder individual, con compañeros, con vecinos y conocidos,
aceptar que siendo tan cristianos como nosotros nos consideramos, dirijan sus
vidas por otros derroteros, siguiendo estilos diferentes a los nuestros,
marchando a otros mundos distantes de los nuestros.
6.-
Os confieso, mis queridos jóvenes lectores, que habiendo dedicado mi vida
especialmente a la ayuda de la juventud, como me prometí a mí mismo un día en
Burgos siendo muy joven, y sintiéndome satisfecho de mi obrar, aquellos que
escogieron dedicar con cierta exclusividad su vida a Dios en la vida religiosa,
el sacerdocio o el apostolado seglar, casi ninguno viva próximo a mí o con
estilos de vida semejantes a los míos. Es mi pena y mi gloria.
No
quiero comentaros la otra lectura. Me gustaría que os quedara muy patente la
perversión que supone que creer que aquel que “no es de los míos” pero vive en
el seno de la Iglesia, no merece nuestro aprecio y si es preciso y solicitado,
nuestra colaboración, sin que tengamos carnet de socios de la misma entidad.de oro. Arriba, bajo el Cristo blanco, la tumba de
Raquel. Más abajo, Abraham en Mambré. Y siguiendo
hacia abajo David con el Arca y David mira a Betsabé
bañándose.