TIEMPO
ORDINARIO – DOMINGO XXVII B
(7-octubre-2018)
Jorge Humberto Peláez S.J.
¿Cómo
construir una relación de pareja?
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Lecturas:
o Génesis
2, 18-24
o Carta
a los Hebreos 2, 8-11
o Marcos
10, 2-16
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Las lecturas de este
domingo nos invitan a reflexionar sobre un tema de máxima importancia para la
marcha de la sociedad: la construcción y consolidación de las parejas y, por lo
tanto, de las familias. Si la estructura básica de la familia cumple sus funciones,
el bien común y la convivencia desarrollarán raíces fuertes con consecuencias
altamente positivas para todo el cuerpo social. Pero si la familia se
desarticula, los daños serán irreparables en cuanto a la educación en los
valores y la convivencia ciudadana. El fracaso de una familia no solo afecta al
núcleo padres-hijos, sino que es fuente de dolor para la sociedad como un todo.
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Los invito a profundizar
en los dos textos bíblicos del libro del Génesis y del evangelista Marcos que,
con estilos y contextos muy diversos, analizan la pareja humana desde dos
perspectivas: el libro del Génesis se refiere al ideal o deber-ser, y el relato
de Marcos nos aporta elementos sobre la dura realidad de la ruptura matrimonial.
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Empecemos por el relato
del Génesis que, con un lenguaje muy sencillo y gráfico, nos presenta dos
rasgos muy inspiradores de la vida de pareja: la complementariedad y la igual
dignidad del hombre y la mujer. Los recursos literarios que utiliza el autor de
este antiguo texto impactan nuestros sentidos:
o La
manifestación del plan divino se hace simulando un monólogo de Dios Creador:
“En aquel día, dijo el Señor Dios: No es bueno que el hombre esté solo. Voy a
hacerle alguien como él para que lo ayude”.
o En
la tradición judeo-cristiana, el hombre y la mujer son dos realidades
incompletas, distintas no solo en sus estructuras corporales sino también en su
sensibilidad y manera de interrelacionarse con el mundo. De ahí la riqueza del
encuentro entre estos dos seres. En el plan de Dios, la pareja está hecha para complementarse
y ayudarse.
o A
continuación, el autor bíblico nos presenta un pintoresco desfile en el que los
diferentes animales van pasando delante de Adán. A pesar de esa infinita
riqueza de formas y colores, hay una enorme carencia; nos dice el relato: “No
hubo ningún ser semejante a Adán para ayudarlo”.
o En
el desarrollo de su argumentación, el autor bíblico utiliza otro recurso
literario y nos habla del profundo sueño que se apoderó de Adán, en medio del
cual Dios le extrajo una costilla. ¿Con qué finalidad el autor bíblico utiliza
esta ficción literaria? Con el fin de comunicar un poderoso mensaje: la igual
dignidad del hombre y la mujer. Por eso pone en labios de Adán una exclamación:
“Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne”
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Hay que leer este texto
del libro del Génesis no como una crónica periodística que describe
minuciosamente la secuencia de unos hechos. No es un relato histórico sino simbólico,
escrito por un autor oriental que apela a los sentidos y que nos manifiesta el
plan de Dios sobre la pareja humana: El hombre y la mujer son dos seres incompletos,
que han sido creados para ayudarse, complementarse, recorrer juntos el camino
de la vida e iguales en dignidad.
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Llama poderosamente la
atención que esta declaración sobre la igualdad de derechos, formulada hace
muchos siglos, no se haya hecho realidad y todavía existan muchas formas de
discriminación contra la mujer. Nuestra sociedad sigue siendo profundamente patriarcal
y excluyente.
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Al comienzo de esta
meditación afirmábamos que el libro del Génesis nos presenta el ideal o
deber-ser, y que Evangelio de Marcos nos hacía aterrizar en la dura realidad de
las rupturas matrimoniales.
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El evangelista reproduce
un encuentro en el que un grupo de fariseos quiere poner en aprietos a Jesús al
preguntarle sobre el divorcio: “¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su
esposa?”. Esta pregunta no era ingenua; detrás de ella había un complejo debate
por causa de una excepción hecha por Moisés sobre la indisolubilidad del
matrimonio.
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En esta meditación no
vamos a entrar en las discusiones del judaísmo sobre el divorcio, ni vamos a
hacer una defensa de la indisolubilidad del vínculo matrimonial. Queremos ser
muy propositivos y presentar a las parejas algunas pistas o sugerencias que les
permitan realizar el plan de Dios y construir una sólida relación.
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Un primer factor al que
se debe dar mucha importancia es llegar a unos acuerdos básicos sobre el proyecto
de vida que quieren construir juntos. Esta conversación no se suele tomar muy
en serio durante la época del noviazgo y después surgen sorpresas muy
desagradables. En el mundo de hoy, es muy frecuente que los miembros de la
pareja sean profesionales, quieran realizarse en su campo laboral específico y
ganar dinero, lo cual les dará autonomía. Es importante que expresen sus
expectativas, lleguen a unos acuerdos y se apoyen mutuamente para alcanzar sus
metas propias sin entrar a competir en el campo profesional y laboral. Esto es necesario,
pero no es suficiente. Hay que dar un paso adelante y explicitar el modelo de
familia que desean construir. Muchas parejas no llegan a estos consensos y la
relación se rompe porque tuvo mayor peso la realización individual que el
proyecto de familia.
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Un segundo factor para construir
una sólida relación de pareja es la comunicación, que es mucho más que el
intercambio de información. La comunicación profunda permite expresar los sentimientos
(estoy triste, me siento cansado/a, creo que ya no estoy enamorado/a); estos sentimientos
no pueden ser objeto de discusión pues no se pueden reducir a la disyuntiva
verdadero/falso; los sentimientos son estados de ánimo, que se comparten con
sinceridad y respeto, y se procura llegar a la raíz: compartamos tu cansancio,
tu tristeza, tu desencanto y veamos qué nos ha pasado y cómo podemos superar juntos
esta fuente de dolor.
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Un tercer factor es el
respeto. Es legítimo tener diferencias. Es humano expresarlas con vehemencia.
Pero jamás se puede pasar la línea roja del respeto al otro. La violencia verbal
o física son absolutamente inaceptables. Y son terriblemente destructivas
cuando suceden delante de los hijos. Muchas veces los hijos se convierten en el
campo de batalla de los padres, pretendiendo cada uno de ellos ganarse a los
hijos y atraerlos a su bando. Este involucramiento de los hijos en la pelea de
los adultos deja profundas heridas que nunca cicatrizan.
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Pongamos punto final a nuestra
meditación dominical sobre la vida de pareja y la familia. Empezamos
profundizando en los ideales propuestos en el libro del Génesis y luego, a
propósito de un debate sobre el divorcio, hicimos algunas sugerencias para consolidar
una vigorosa relación de pareja que permita construir un proyecto común de
vida, comunicación y respeto.