D O M I N G O XXVII
(B) (Marcos 10, 2-16)
El amor conyugal es como una “planta delicada” que exige cuido
permanente |
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En este Evangelio el Señor proclama las dos características propias y
esenciales del Matrimonio cristiano: Su Unidad y su Indisolubilidad. Sin ellas
no puede haber verdadero y válido Matrimonio cristiano.
1º)
La unidad del Matrimonio excluye:
a) Toda forma de poligamia y b) la promiscuidad de
sexos, es decir,
2º) La indisolubilidad supone que, todo
Matrimonio legítimamente recibido, es indisoluble y por lo tanto, compromete “de por vida”, como
se les recuerda a los contrayentes el día de
- Hemos
puntualizado, "legítimamente recibido" porque, para que haya
verdadero Matrimonio, y se reciba válidamente
el Sacramento, en ese acto han de darse las condiciones propias de todo
verdadero acto humano: consciencia y
libertad al realizarlo porque, tanto
la coacción o falta de
libertad al contraerlo, como el desconocimiento
de facetas esenciales de la otra persona, impedirían que haya un verdadero acto
humano y, sin esto, se invalida aquel aparente compromiso. Precisamente, en
la exclusión de alguna de esas condiciones esenciales, o de algún requisito
esencial de forma, se fundamentan muchas de las declaraciones de nulidad que, en determinados casos, declara
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No cabe duda que estas propiedades
esenciales del Matrimonio cristiano, entrañan serias dificultades. Así se
lo expresaron los discípulos al Señor:
“Le dijeron los discípulos: Si
tal es la condición del hombre con la mujer, es preferible no casarse. El les
contestó: No todos entienden esto, sino aquellos a quienes ha sido dado. Porque
hay célibes que nacieron así del vientre de su madre, y los hay que fueron
hechos así por los hombres; y hay célibes que así mismos se han hecho tales
por amor al Reino de los Cielos. El que pueda
entender que entienda" (Mateo, 19, 10-12) .
- Ante esa indudable complejidad que entraña el
Matrimonio es importantísimo recordar que, el estado matrimonial del cristiano
es un camino de santidad y como tal,
lleva aparejada la necesidad de llevar la cruz de cada día. No obstante, ¡hay lugar
para el optimismo! Porque, conviene tener en cuenta que, a esta colaboración de
la pareja con Dios en la obra de la creación, que supone el Matrimonio, nunca le
va a faltar la necesaria ayuda de Dios porque, en el Sacramento del Matrimonio,
no sólo los esposos contrajeron unos compromisos y unas obligaciones, también
Dios, (mediante
Guillermo Soto