Dejar para recibir
Te valoran por lo que tienes. Te menosprecian por lo que te falta. Es el
mercado, es la acumulación lo que define tu estatus. Aunque estés vacío por
dentro, con tal de que aparezcas con muchos cachivaches, ya tienes asegurado tu
puesto en la sociedad. Eso nos va convirtiendo en maniquíes, robots, máquinas.
Mientras más apariencia, más aplausos. Pero queda por dentro un abismo de
soledad, de insatisfacción, de angustia existencial que va cavando tu vida…
El seguimiento de Jesús va en contravía de la acumulación de bienes. No es
que Jesús desprecie los bienes terrenos, no. Su planteamiento es diferente: “La
posesión de las riquezas de este mundo no pueden anteponerse a las necesidades
fundamentales de las grandes mayorías de los seres humanos”. Si este criterio
no es parte de nuestra convicción cristiana, nos hacemos cómplices de la
situación actual donde reina la injusticia y renegamos de nuestra fe.
El proyecto de Jesús es liberarnos de todo “horizonte sofocante”, de toda
esclavitud que degenere en la destrucción de nuestro ser humano e impida la
convivencia fraterna. Las riquezas cierran el corazón al proyecto universal de
humanidad e impiden que el cerebro se abra a nuevas oportunidades de
convivialidad en apertura de mente y cambio social. La mesa común de manteles
amplios y generosos se transforma en una exclusiva comilona de gentes
privilegiadas.
Un joven que ha cumplido la Ley, se acerca a Jesús con el afán sincero de
entrar al Reino. Se declara un “cumplidor fiel”. Jesús lo mira con cariño y en
su mirada descubre el fondo tan vacío de su religiosidad: Te falta algo, te
falta compartir, no eres libre, tienes que aprender a dejar lo que tienes si
quieres de verdad recibir la herencia que buscas… Debes entregarlo para
conquistar la verdadera libertad. Y esta palabra es sanadora, liberadora,
santificadora.
Cochabamba 14.10.18
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com