DOMINGO XXIX    (B)    (Marcos 10, 35-45)

¡No pretendamos un Cristianismo sin la “subida a Jerusalén” de las cruces de cada día! 

 

Anuncio de la Pasión e incoherencia de los discípulos.

-  No deja de llamar la atención, en el relato evangélico que acabamos de escuchar, la inoportuna reivindicación de los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, si se tiene en cuenta que, aquella pretensión de liderazgo la hacen, a raíz de que Jesús les acababa de anunciar el dramático destino que le esperaba en Jerusalén. Estas habían sido sus  palabras:

      “Subimos a Jerusalén y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas que le condenarán a muerte…, y se burlarán de El y le escupirán y le darán muerte….”

-  Y, al hilo de esta dramática predicción de Jesús, los discípulos…, “¡a por uvas!”. Jesús anunciándoles el drama de su Pasión y ellos, sin enterarse, ¡disputándose los puestos de honor, ambicionando ser los primeros!

- No seríamos justos descargando, despiadadamente,  nuestras críticas sobre la incoherencia de los discípulos, olvidando las nuestras. Nosotros también, con mucha frecuencia, protagonizamos ese comportamiento de, no querer saber de la cruz…,¡En cuantos momentos se nos podía imputar a nosotros aquella queja de San Pablo a los Filipenses!: Porque —como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos— hay muchos entre vosotros que andan como enemigos de la cruz de Cristo (Filp. 3, 18)

La disputa de los discípulos y la intervención de Jesús

- El resto de los discípulos, se indignaron. Pero Jesús, aprovecha la ocasión de aquel altercado, para poner las cosas en su sitio y aclararles,  (y de camino también a cada uno de nosotros), dos importantes consideraciones:

1ª) Que, para “escalar” en el Reino de los Cielos hay que estar dispuestos a “beber el cáliz del Señor”, es decir: dispuestos a participar en la Pasión del Señor, con nuestras cruces de cada día.

2ª) Y que, beber su cáliz no da derecho a ningún puesto de privilegio en su Reino. ¡Vaya! ¡que,  beber su cáliz”…, “entra en el sueldo”!

- Los discípulos pretendían aplicar las categorías humanas, al Reino de Dios porque, efectivamente, en los asuntos humanos se sube y se escalan puestos: sabiendo medrar, imponiéndose a los demás, siendo oportunistas… ect

- Pero Jesús les deja claro que, para llegar al Reino de los Cielos:

      - Hay que pasarse la vida, “siendo servidores de todos”.

      - Y que, los “galardones” de su Reino, están reservados porque, ¡sólo la Sabiduría de Dios conoce nuestros verdaderos méritos!           Guillermo Soto