XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B.

Misioneros del Evangelio y Servidores como el Siervo

Domund 2018: “Cambia el mundo”

 

El testimonio público de la fe expresa la identidad misionera de la Iglesia en todos sus miembros. Esto es lo que celebramos en eldía del Domund y lo que la carta a los Hebreos resalta al invitarnos a mantenernos firmes en la profesión de la fe (Heb 4,14). La Iglesia católica nos ofrece este año el lema “Cambia el mundo” para avivar la conciencia misionera de toda la Iglesia en este día y pretende promover en las comunidades cristianas el crecimiento de la esperanza inquebrantable, que nace de la fe en Jesucristo, el Siervo de Dios y servidor de los hombres, crucificado y resucitado, que nos impulsa a cambiar el mundo, aún en medio de las grandes dificultades y tribulaciones del tiempo presente. Para compartir esta esperanza hacen falta discípulos y misioneros, seguidores entusiastas de Jesús, Siervo y Servidor, que apuesten claramente por una vida de servicio a los otros y especialmente a los últimos del mundo, a los pobres, a los descartados y a los que sufren, y así cambiar de verdad el mundo, cambiando el corazón y la mentalidad de los hombres según los valores del Evangelio. En este día también pretende la Iglesia implicar a todos sus miembros en la oración, en el sacrificio y en la cooperación económica a favor de las misiones.

Iglesia misionera con la palabra regeneradora de la vida

Y es que la Iglesia es, por su naturaleza, misionera, tal como afirman los documentos conciliares (AG 2; LG 8,13,17,23) y según han ratificado todos los papas posconciliares, por ej., Benedicto XVI en la exhortación apostólica Verbum Domini, 92: “La misión es una dimensión esencial de la identidad de la Iglesia que se debe hacer patente en todas las estructuras y actividades de la parroquia”. Lamisionariedad de la Iglesia se proyecta sobre tierra firme y por eso el papa Francisco orienta su mirada a las diversas realidades de nuestro mundo actual como espacios donde la palabra del Evangelio puede ser regeneradora de una nueva vida, personal y social. Los destinatarios privilegiados del anuncio evangélico son los pobres, los pequeños, los enfermos, aquellos que a menudo son despreciados y olvidados, aquellos que no tienen cómo pagarte (cf. Lc 14,13-14). La evangelización, dirigida preferentemente a ellos, es signo del Reino que Jesús ha venido a traer: “Existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca los dejemos solos” (Evangelii gaudium, 48).

Misioneros y misioneras del mundo

Ésta es una buena ocasión para agradecer a Dios la ingente actividad evangelizadora de la Iglesia en el mundo, desarrollada particularmente por todos los misioneros y misioneras, laicos, religiosos y sacerdotes, que dedican por entero su vida a la misma causa de Jesús de Nazaret, trabajando con la fuerza del Espíritu especialmente entre los pobres. Ellos son el testimonio más patente de la dimensión misionera de todo cristiano, que desde el bautismo se convierte en testigo comprometido de la fe y del amor de Dios. Quiero recordar algunos datos de lo que ya compartíamos el domingo pasado, sobre todo, a los trece mil misioneros y misioneras españoles, a los diez mil italianos, a los dos mil polacos y a los de todos los demás países que, en los lugares de mayor dificultad y penuria de la tierra, están entregando sus vidas por Jesús y por el Evangelio. En la actualidad hay 13.000 misioneros españoles que se encuentran repartidos en 128 países. Creo que también es un dato de gran interés en el mundo de hoy el número de misioneros que dan su vida en el cumplimiento de su misión. El año pasado fueron asesinados en todo el mundo 23 misioneros. Y desde el 2000 al 2016, han sido asesinados en el mundo 424 misioneros, de los cuales 5 obispos.

Discípulos y Misioneros con la Alegría del Evangelio

Por ello, en Latinoamérica se ha asumido, desde la Asamblea de Aparecida, el estado de misión permanente de la Iglesia. La idea clave de esa misión permanente es la de que los creyentes tomemos conciencia de que somos “Discípulos y Misioneros”. Con esta orientación, e impulsados por el papa Francisco hacia una Iglesia en salida con la alegría del Evangelio, es como se ha desarrollado también el pasado mes de Julio en Santa Cruz de la Sierra el V Congreso Americano Misionero que convocó a los misioneros del Nuevo Continente. Las conclusiones provisionales del mismo reflejan ya la orientación misionera de toda la Iglesia y muy pronto se harán públicas las definitivas, que trazarán las líneas maestras de la conversión misionera de la Iglesia actual para transformar nuestro mundo con la luz del Evangelio y con la sabiduría del Crucificado. Para ello contamos con el ejemplo misionero y la mediación de los santos canonizados el pasado domingo, entre los cuales destacamos a los dos de América, a San Oscar Romero e El Salvador y a Santa Nazaria Ignacia, misionera española en Bolivia.

Misioneros servidores de los últimos

El Evangelio de hoy proclama como mensaje misionero para hacer presente a Dios en el mundo actual una palabra realmente sorprendente, pues Jesús vuelve a reiterar la enseñanza capital de su mensaje: el que quiera ser el primero que se haga el último y el servidor de todos (Mc 10,35-45). Ésta es la instrucción que enmarca las directrices de la misión de los discípulos. Tal como había dicho Jesús en Mc 9,35, ahora, ante la incomprensión absoluta por parte de los discípulos, Santiago y Juan, vuelve a insistir en el mismo mensaje pero añadiendo una palabra sobre el Hijo del Hombre que alude a él mismo. Él se presenta como el Hijo del Hombre, servidor de todos, que da la vida en rescate por todos. Y por eso insta a sus discípulos a que cambien de mentalidad y de criterios.

Servidores con la humildad del Siervo

En el evangelio Jesús crítica la actitud de los que gobiernan como déspotas y opresores y enseña a sus discípulos que la actitud que conduce al Reino de Dios y su justicia es la de ser servidores de los otros y particularmente de los últimos. Como discípulos de Cristo y misioneros del Evangelio la interpelación de Cristo nos permite preguntarnos si en nuestra vivencia de la fe aspiramos a servirnos de los demás y de Dios o a servir a los demás con la humildad que supone considerar superiores a los otros. La confrontación directa con Santiago y Juan muestra que, a estas alturas de la trama del evangelio de Marcos, los discípulos no habían entendido nada del camino propuesto por Jesús. Ellos aspiraban al poder y a la gloria y estaban dispuestos a instrumentalizar al mismísimo Jesús para conseguir su objetivo: “Queremos que hagas lo que te pidamos” (Mc 10,35). Querían servirse de Jesús para conseguir el mejor puesto y una buena colocación junto a él. Jesús los confronta con su ignorancia y su atrevimiento. Los remite al seguimiento radical que pasa por el trago, el verdadero cáliz, de estar dispuestos a entregar la vida y sacrificarse siempre por los demás, como hace el siervo sufriente, de Is 53,10-11.

Bautizarse es empaparse de la vida entregada de Jesús

Marcos incorpora un dicho que explica en qué consiste “beber el cáliz” que Jesús va a beber y repite hasta seis veces un término relativo al “bautismo”. Bautizarse no hace referencia solamente al bautismo ritual sino que significa sumergirse, bañarse y empaparse de la misma vida de Jesús, cuyo destino de entrega, pasión y muerte acababa de anunciarles por tercera vez (Mc 10,32-34). La incomprensión de los discípulos se hace evidente. Por eso Jesús acaba corrigiendo su actitud poniendo de relieve cuáles son los criterios habituales que imperan en nuestra sociedad especialmente entre los considerados los primeros del mundo, los magnates económicos y los dirigentes de las naciones, los que tienen el poder económico y el poder político.

Servir y entregarse a los demás sin abusar ni tiranizar

Marcos y Mateo emplean dos verbos muy fuertes e inusuales en el Nuevo Testamento para indicarnos que los poderosos explotan y tiranizan a los pueblos. Y Jesús expone abiertamente cuál es la nueva relación que se ha de establecer entre los suyos, una relación caracterizada por el servicio y la entrega generosa. Esta palabra del servicio a todos, empezando por los últimos, es decir, a los millones de pobres del mundo, frente a cualquier aspiración de dominio y de poder, es el mensaje de Jesús que la Iglesia anuncia hoy como palabra capaz de transformar el mundo, como testimonio de la fe en medio de todas las crisis. Frente a la dinámica del sistema de tiranía y explotación de las gentes por parte de los dirigentes y magnates del mundo, frente a los políticos que, anclados en el poder o ansiosos de él, sólo buscan sus intereses partidistas, Jesús aporta una palabra la esperanza para todos los pueblos y particularmente para los últimos: El servicio a los demás, como actuación permanente, y la entrega de la vida, como horizonte ideal, constituyen el camino de liberación de la humanidad.

Ayuda a los misioneros

En los misioneros de la Iglesia esa misma palabra se hace carne viva y todos ellos, sin escatimar sacrificio ni entrega, sinovolcándose en el servicio a los pobres y a los que sufren, con un corazón misericordioso, siguen transmitiendo consuelo y esperanza a los más pobres de la tierra. Ellos proclaman la misericordia de Dios, a tiempo y a destiempo, con su palabra y con su vida. Ellos son testigos del Evangelio de la misericordia y de la alegría, sirviendo a los últimos del mundo y haciéndose ellos mismos los últimos en el silencio de la entrega y en las periferias geográficas y existenciales del mundo. En el día del Domund la Iglesia pide todo tipo de apoyo para los misioneros de la fe y para sus proyectos evangelizadores y transformadores de las realidades de sufrimiento a las que entregan la vida.

 José Cervantes Gabarrón, sacerdote misionero y profesor de Sagrada Escritura