REFLEXIÓN DEL EVANGELIO

LUNES XXX ORDINARIO LUCAS 13: 10-17

SIXTO GARCÍA

 

PRIMER PUNTO: EL TEXTO:

          Estaba un sábado enseñando en una sinagoga. Había allí casualmente una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla, Jesús la llamó y le dijo; “Mujer, quedas libre de tu enfermedad.”  Y le impuso las manos. Al instante se enderezó y empezó a alabar a Dios.

           Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, comentaba con la gente: “Hay seis días en que se puede trabajar. Venid, pues, a esos seis días a curarse, y no en día de sábado.” Replicóle el Señor: ´¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos ustedes en sábado a vuestro buey y a vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abrahán, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?”  Cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban abochornados; la gente, en cambio se alegraba con las maravillas que hacía.

SEGUNDO PUNTO: EL “CONTEXTO DEL TEXTO”

          1) Primero, repasemos algunas de las leyes y prescripciones que matizaban la Ley judía respecto al sábado. En previas Reflexiones hemos comentado que, desde un siglo y medio antes de Jesús, los maestros de la Ley habían comenzado a promulgar 248 prescripciones y 365 prohibiciones derivadas, según su tradición, d de la Ley del Sinaí. Le llamaban a estas 613 leyes “el muro (o: “el cerco”) en torno a la ley.”

          2) En tiempos de Jesús, estaba prohibido:

                   a) Sanar en sábado: así en el Talmud Babilónico Shabat, 18ª;  53b;  75b;  111;  147ª-148ª).

                   b) Trabajar en sábado: por las prohibiciones en general, “mishna Shabbat,” 5: 1-4; para las leyes contra desatar nudos, “mishna Shabbat,” 7: 2;  15: 1;  para las leyes contra llevar animales a beber: “m.Eruv,” 2: 1-4; también en el Documento de la Comunidad en Qumrán: 11: 2-21. En dos palabras, aún tareas comunes y simples, como desatar nudos, llevar a abrevar a los animales, por no decir, sanar, en sábado, estaban prohibidas.

          3) Jesús estaba “enseñando en la sinagoga” – Hemos visto en Reflexiones anteriores que Jesús escoge, como espacio privilegiado para anunciar el Reino y enseñar, las sinagogas, y así lo harán, como nos lo narra e libro de los Hechos de los Apóstoles, sus primeros discípulos: Lucas 4: 33, 44; 6: 6 Hechos 13: 5, 14; 14: 1; 17: 10; 18: 4, 26; 19: 8).

          4) El dilema es evidente: o fidelidad a estos matices de las leyes secundarias, del “cerco en torno a la ley,” que pretendían proteger e interpretar los Diez Mandamientos, de forma , o la compasión, el amor, la sanación “hacia una hija de Abrahán” (semitismo irónico: una hija de Israel - ¡una de ustedes, una de nosotros!).

          5) Jesús la “libera” (griego: “apoleo”) a la mujer de su enfermedad, y le impone las manos (griego: “tithemi”) – gesto común de sanación en Jesús: Lucas 4: 40; 5: 13: 8: 54) – Evoca el gesto de consagración de profetas y reyes, y luego de los apóstoles - ¡la mujer ha sido sanada totalmente, cuerpo y espíritu!

          5) A la luz de las leyes que he citado arriba, las palabras de Jesús denotan que la comunidad de la sinagoga no obedecía las leyes más lesivas a sus negocios: cuidar del ganado, llevarlo a abrevar, desatar sus nudos . . . PERO, la prescripción que prohíbe curar en sábado - ¡esa sí la imponen! – Al fin y al cabo, ¡una mujer enferma, un ser humano sufriente, no es estorbo para sus negocios! ¡Entonces sí aplican la ley sin misericordia ninguna!

 

¿QUÉ NOS DICE TODO ESTO A NOSOTROS, HOY?

 

          1) Las palabras de Jesús resuenan perturbadoramente en nuestros oídos – en especial, ese denuesto favorito contra aquellos que ostentaban autoridad moral o legal, y se auto-percibían superiores a los demás solamente por el hecho de ser fiel a unas prescripciones abrumadoras, opresivas, concebidas para controlar al Pueblo de Israel dentro de una camisa de fuerza de leyes imposibles: “¡Hipócritas!” – Los Evangelios ponen esta palabra en boca de Jesús 17 veces - ¿y, por qué no? – Esto se nos aplica a nosotros hoy

          2) Ha sido mi experiencia en muchas – ciertamente, no todas – parroquias en las cuales he participado - y me atrevo a decir que es una enfermedad del espíritu y del corazón de índole universal – ver a los “buenos católicos” desplegando sus pretensiones y aires de superioridad, solamente porque “cumplen con la ley” – mirando con desprecio y arrogancia olímpicos a aquellos cuya pobreza, educación limitada, sufrimientos y desprecios sufridos los marginan de nuestros “recintos sagrados,” reservados, por supuesto – esta es la mentalidad prevalente – para los “puros y perfectos” –    

          3) El papa Francisco nos lo ha definido con su paradigmática audacia profética – se lamenta de aquellos que demuestran “una obsesión por la ley, la fascinación por mostrar conquistas sociales y políticas, la ostentación en el cuidado de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia . . . (“Gaudete et Exsultate,” 57 – “Evangelii Gaudium,” 95).

          4) “¡Hipócritas!” podemos – o, por lo menos, debíamos – de oír a Jesús gritando detrás de nosotros, cuando nos levantamos piadosa y devotamente a comulgar, sin que nos concierna ni nos perturbe la conciencia en lo más mínimo nuestro corazón embotado ante los 34,500 niños de menos de 18 años que mueren de hambre en todo el mundo - ¡cada día! – ni los pobres, los marginados, las víctimas del desprecio y la exclusión - No – Muchas conciencias no se sacuden en lo más mínimo, ante nuestro desprecio de la dimensión social del Evangelio - ¡En lo absoluto! – Les basta decirse: “he sido puro, casto, fiel a mi esposa o esposo, no le pegado a mis hijos, no he robado, no he matado a nadie . . . ”

          5) ¡Eso no basta! Este legalismo barato es el mismo que el jefe de la sinagoga le impone a Jesús: “¡Mira, lee lo que dice la Ley -  Esta es la Ley -  ¿Que puedas sanar a esta mujer, que lleva sufriendo dieciocho años? - Mala suerte ¡Que siga sufriendo! ¡Mejor que violar la ley del sábado!”

          6) No, no basta “cumplir la ley” – Jesús exige mucho más -  “Tuve hambre, tuve sed, era un forastero . . .  “ (Mateo 25: 31-46) – “Cumplir la Ley” - ¡la Nueva Ley, peligrosa, subversiva – exige seguir a Jesús hasta la Cruz, y desde ahí abrazar la Cruz de todos las víctimas de la historia!

          7) PERO, esto es difícil, ¿no es así? ¡Es mucho más fácil ser hipócrita! ¡La hipocresía no requiere mucho esfuerzo! El compromiso apasionado, demente, riesgoso y vulnerable con la Pascua de Jesús – ¡eso exige “curar en sábado,” desafiar las falsas leyes, dejar que el Espíritu sople donde quiere! - Exige libertad, la libertad pascual para desatar y liberar a nuestros hermanos y hermanas de sus enfermedades - ¡La libertad de ser discípulos misioneros abrazados a la Cruz de Jesús!