«EL RESPALDO DEL PROPIO EJEMPLO»
Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de
Posadas,
para el 31° domingo durante el año
[04 de noviembre de 2018]
Hace algunos días hemos celebrado un
acontecimiento importante para la Iglesia, la «Solemnidad de todos los santos»
y, al día siguiente, la «Conmemoración de todos los fieles difuntos». En estas
dos celebraciones la Iglesia tiene presente a aquellos que han partido a la
Casa del Padre. En el caso de los santos, son aquellos varones y mujeres que,
como nosotros, experimentaron el llamado a la santidad y han buscado responder
cumpliendo la voluntad de Dios en sus vidas. Varones y mujeres con nuestras
mismas fragilidades y búsquedas, que la Iglesia, con la potestad de «las llaves»
los ha declarado santos. Ellos son miles, a algunos los conocemos. A ellos le
imploramos que, en la Casa del Padre, donde están, intercedan ante Él por
nosotros y por nuestras peticiones. Al día siguiente hemos rezado por todos los
difuntos. Miles de personas rezaron en los cementerios y en las Iglesias, por sus
seres queridos.
En esta reflexión dominical queremos
subrayar la necesidad de recordar que todos estamos llamados a la
santidad. Por ahí, equivocadamente
podemos creer que la santidad es un llamado privilegiado para algunos. O bien,
erróneamente pensamos que los santos fueron varones o mujeres que se
caracterizaron solo por realizar grandes milagros y ser personajes cuyas vidas
fueron siempre extraordinarias. En realidad, la santidad es un llamado para
todos que debe ser asumido en la vida diaria, en cada opción, en la
cotidianidad.
Es cierto que, aunque sabemos de la
universal vocación a la santidad en la Iglesia, los contextos de nuestro tiempo
hacen que las palabras «santidad» o «virtud», entre otras, tengan poca
presencia en nuestra vida y en los nuevos espacios tecnológicos del mundo globalizado.
Sin embargo, la virtud y la búsqueda de la santidad, que procuran tantas
personas, aun con dificultades, hace que descubramos signos de esperanza.
Nosotros hemos percibido especialmente
desde «Aparecida» que la Evangelización hoy, como ayer, requiere que renovemos
nuestro compromiso de ser «discípulos y misioneros de Jesucristo, para que
nuestros pueblos en Él tengan vida».
Tenemos que dar gracias a Dios porque
este año hemos experimentado la gracia de contar con nuevos beatos y santos
argentinos que se constituyen en modelos y ejemplo para animar la acción
evangelizadora de la Iglesia. Ninguno de ellos la pasó fácil. De diversas
maneras vivieron y asumieron la Pascua del Señor. Entre ellos, quiero resaltar
la canonización de nuestro santo Cura Brochero, pastor y testigo de la entrega
a Dios y a los hermanos. Él, que amó sin medida, murió de lepra por matear con
las personas, sin mirar las consecuencias de estar cerca de los más sufrientes
y marginados de su tiempo. También quiero agradecer a Dios la próxima
beatificación de los mártires La Rioja, especialmente del obispo Angelelli
quien vivió como testigo de la esperanza en medio del odio y la violencia. Él
tampoco midió su entrega y amó hasta dar la vida. Tanto bien nos hacen estos
varones y mujeres para ayudarnos a asumir un compromiso cristiano valiente,
pascual, que ame hasta dar la vida en nuestros días. Como otros tiempos, el
nuestro también tiene cruces. Pero en ellos, en los santos, nos animamos a ser
testigos pascuales de la esperanza.
También el próximo domingo 18, como
todos los terceros domingos de noviembre, celebraremos una nueva peregrinación
a Loreto, en donde tendremos especialmente presente la memoria de la evangelización
realizada por muchos hace varios siglos atrás, especialmente por nuestros
santos Mártires de las Misiones que, con sus vidas y su sangre entregada en su
misión por anunciarlo a Jesucristo, nos permiten asumir los desafíos presentes.
La Iglesia en Misiones, con la fuerza y el gozo de vivir inserta en el corazón
de las antiguas Misiones jesuíticas, es heredera del espíritu que animó a los
misioneros a evangelizar los pueblos indígenas, y que se testimonia en las
reducciones dispersas en su territorio. En estas tierras han plantado el
Evangelio hombres y mujeres que vivieron la santidad, entre ellos san Roque
González, san Juan del Castillo y san Alfonso Rodríguez, los Mártires de las Misiones.
El próximo 18, como todos los años
suspenderemos todas las misas del domingo por la mañana para ir caminando, en
bicicletas, autos y colectivos, y reunirnos y celebrar juntos a las 9 hs. la misa central en el Santuario de Loreto.
Pidamos este domingo que la memoria de
los santos nos ayude a vivir hoy la santidad.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo
domingo!
Mons. Juan
Rubén Martínez,
obispo de Posadas.