COMPARTIENDO
EL EVANGELIO
Reflexiones
de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas
por radios de Capital y Gran Buenos Aires)
Domingo
trigésimo tercero durante el año, Ciclo B
Evangelio
según San Marcos 13,24-32 (ciclo B)
Jesús
dijo a sus discípulos: “en aquellos días el sol se oscurecerá, la luna dejará
de brillar, las estrellas caerán del
cielo y los astros se conmoverán. Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las
nubes, lleno de poder y de gloria. Y él enviará a los ángeles para que
congreguen a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales, de un extremo al
otro del horizonte. Aprendan esta comparación, tomada de la higuera: cuando sus
ramas se hacen flexibles y brotan las hojas, ustedes se dan cuenta de que se
acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan
que el fin está cerca, a la puerta. Les aseguro que no pasará esta generación,
sin que suceda todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasarán. En cuanto a ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del
cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre.”
DIOS
ESTÁ PRESENTE SIEMPRE
Queridos hermanos, estamos
ante un texto escatológico, sería “de los últimos tiempos”. Esto es importante
porque nos olvidamos que Dios es Dios; a Dios se lo ama, se lo respeta, pero
también se le tiene temor para no ofenderlo, para no dejarlo de lado. El
respeto también es decir “tengo respeto, tengo temor, para no ofenderlo, para
amarlo más” Un temor de hijo y no un temor de esclavo ¿se entiende? El hijo es
para amar más, el esclavo es para que no le peguen. En la vida hay que tener
temor de hijo y no temor de esclavo.
Somos peregrinos y todos
venimos de Dios, con Dios caminamos y a Dios regresamos. El peregrino tiene un
principio y tiene un fin; estamos siempre contenidos y sostenidos por Dios, por
Cristo que es Alfa y Omega, principio y
fin de nuestra vida. Y habiendo recibido la vida, TODOS tendremos que
responderla en esta vida, en este tiempo que nos toca discurrir, y
responsablemente dar cuentas y dar consideración, del don que hemos recibido.
A veces juzgamos a los otros,
opinamos del tiempo, del verano, del otoño, del invierno, de la primavera,
somos “opinólogos” de todo, pero no sabemos reconocer
que somos peregrinos y que no somos patrones de nuestra existencia, sino que
somos administradores de ella y que tenemos que saber administrarla.
Todo pasa, pero Dios está
presente siempre y si Dios está presente siempre, este Dios debe ser nuestra
referencia; en quien uno se apoya, en quien uno confía, a quien uno sigue y lo
ama entrañablemente. No sabemos cuándo, pero nunca estamos preparados; hay que
estar preparados para que, en el momento que el Señor nos llame, nos pueda
encontrar con las manos llenas y no con las manos vacías.
Hermano, prepara el corazón,
prepara la mente, prepara las actitudes, prepara las obras y en vida demos todo
porque todo lo hemos recibido y no lo mandemos “para más adelante” porque
quizás ese más adelante será nunca. Amemos a la gente, amemos a Dios, amemos a
la Iglesia, cuidemos la naturaleza y empezaremos a ser mejores peregrinos
Les dejo mi bendición: en el
Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén