XXXIV
Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B.
CRISTO
MI SEÑOR
Padre
Pedrojosé Ynaraja
1.- El nombre que se da a las
celebraciones cristianas tiene a veces la posibilidad de que se confunda con el
sentido que tiene en lenguaje habitual de un lugar o tiempo. Seguramente que la
figura pictórica de Cristo más antigua sea la del Buen Pastor, tanto en Tierra
Santa como en Roma. Pictórica o escultórica. Pero sin duda, donde más elocuente
sería, es en el Israel bíblico.
2.- Paso a explicarme. Las dos
formas de vida fundamentales eran la beduina y la agrícola. Existía entre ellas
una cierta rivalidad. Triunfó en la tradición hebrea la formula pastoril, tal
era su héroe, David y, pese al fracaso del primer líder Saul,
que fue llamado rey, quedó en la tradición su figura como representativa de la
suprema categoría social. Que los reyes judíos del tiempo de Jesús fuesen más
bien reyezuelos al servicio del gobierno de la Ciudad de Roma, no por ello se
había borrado la categoría que se le atribuía a un rey, por ficticia que
pudiera ser. Hoy en día podemos admirar estéticamente las representaciones del
Buen Pastor, pero difícilmente nos emocionarán de tal manera, que ante una de
ella, se nos ocurra una oración.
3.- Pasó el tiempo y la noción
de rey era poca cosa y algún soberano tuvo el privilegio de ser llamado
emperador. Los tales y sus equivalentes, abusaron de sus prerrogativas y
hubieron de cambiar y someterse ellos mismos, a unas leyes que sus súbditos les
proponían, nació la monarquía constitucional y el dicho aquel de que “el rey
reina pero no gobierna”.
4.- Todo este mejunje
conceptual os parecerá superfluo a muchos de vosotros, mis queridos jóvenes
lectores, y no os niego que podáis tener razón. Me he atrevido a divagar un
rato, para facilitar vuestra aceptación del nombre de la solemnidad que
celebramos hoy. En la actualidad hay estados que recuerdan fueron reinos,
algunos otros continúan llamándose todavía así, otros república, otros
federación o confederación o unión. Cualquiera de las formas o nombres que
hayan aceptado, lo que ningún país se atreverá a afirmar es que no es
democrático.
5.- El 11 de diciembre de
1925, el Papa Pio XI, el papa Ratti, el alpinista que
en su juventud abrió una vía en el Mont Blanc que todavía conserva su nombre, instauró la fiesta de
Cristo Rey. Su propósito era que, de acuerdo con este nombre, los cristianos
reconociesen la supremacía de Jesús de Nazaret sobre todos los hombres. Buen
propósito sin duda. El fervor es una característica muy personal y que no es
motivado a todos de la misma manera.
6.- Cuando en Chamonix miro la cumbre del Mont Blanc, de inmediato pienso en esta Papa, que me cae
simpático por relacionarlo con Juan Bosco, don Orione,
José Cottolengo y otros cristianos ilustres que
florecieron por tierras piamontesas, pero que no quiero cansaros repitiendo sus
nombres. Semejante admiración siento por él cuando desde el valle de Aosta
observo la misma cumbre y le imagino escalando. A la mayoría de vosotros esto
que os cuento no os interesará y apreciaréis a otros santos y otras maneras de
seguir al Señor. Cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas,
dijo aquel.
7.- A Jesús de Nazaret le
llamó el ciego Hijo de David, que fue pastor y rey y el Maestro no se lo
reprochó. Cuando Pilatos se encontró con Él, demacrado, desfigurado, torturado,
descalabrado, “ante quien se vuelve el rostro”, había dicho Isaías, y le
preguntó si era rey, el Señor no lo negó, pero le advirtió que de manera muy
distinta a como el gobernador pensaba.
Celebrar este domingo como el
de Cristo Rey, no es desacertado, con tal de que tal apelativo no creáis que es
semejante a la función y categoría social que los reyes actuales ejercen.
Pensando en todo ello, mis queridos jóvenes lectores, os he redactado este
mensaje.
Por mi parte prefiero, como
hizo Tomás, llamarle Señor mío y Dios mío.
Y no por ello dejo de celebrar
esta solemnidad, final del año litúrgico.
¡hasta el año que viene, si Dios quiere!