FIESTA DE CRISTO
REY (B) (Juan 18, 33b-37)
Nos
sacó del dominio de las tinieblas y nos trasladó al Reino de su Hijo querido. |
-
Naturaleza del Reino de Cristo
- Esta Fiesta es una ocasión
para explicar la verdadera naturaleza de esta Realeza. ¿En qué sentido hemos de
interpretar que Cristo es Rey?
- ¡Que poco habríamos
entendido esta naturaleza de su Reinado si la concibiéramos, como un cariñoso
intento nuestro de “aupar a Cristo” a la categoría de los reyes de la tierra,
como si su Reinado fuera una generosa concesión nuestra con la que queremos
honrarlo!
- ¡Nada más lejos de la
realidad! Los reinos de la tierra son aleatorios y efímeros, por tanto, sólo pueden
servirnos de vaga referencia, para explicar el verdadero Reinado de Cristo, si
los elevamos a la categoría de
Cristo
se proclamó Rey
- No
deja de ser paradójico que Cristo, siendo Rey como lo es, no aprovechara las distintas
ocasiones en las que la multitud, entusiasmada, quiso proclamarlo rey y se
quitara de en medio, renunciando a dicha proclamación. Y que, sin embargo, ante
Pilatos cuando, reafirmando esa realeza, se jugaba la vida, no tuviera inconveniente
en proclamar su Reinado con toda solemnidad: “Yo soy Rey. Tu lo has dicho”
(Jn. XVIII,
33-37).
- La explicación es muy lógica
y elocuente: Cuando Jesús predicaba, recorriendo libremente las ciudades de
Palestina, existía el peligro de que, aquellos “espontáneos
proclamadores” de su Reino, entendieran mal la naturaleza de su Reinado y lo confundieran
con un reino terreno, temporal y triunfalista. Y así, ¡Jesús no quería ser proclamado
Rey! Si lo hubiera hecho, habría contribuido, - como se dice hoy -, “a
la ceremonia de la confusión”.
-
- Sin embargo, en la escena ante Pilatos, ¡las
circunstancias han cambiado! Ahora…, prendido, escarnecido y humillado... ¡Ya
no hay peligro de que interpreten su reinado de forma triunfalista! Si alguno,
en aquellas circunstancias, permanece
fiel y está dispuesto a ser vasallo de tal Rey, ¡ya sabía a lo que se exponía!
y sólo le podía mover el verdadero Reino del que se trataba: El que nos
describe hoy el Prefacio de
“Un Reino eterno y universal. El Reino de la
verdad y la vida, el Reino de la santidad y
Y,
los hombres de hoy, ¿cómo entendemos su
Reinado?
- También hoy, después de XXI
siglos, corremos el riesgo de, mal interpretar la naturaleza de su Reino. Por
eso Cristo, en aquellas circunstancias tan elocuentes, le dejaría claro a Pilatos,
(y también a nosotros), la verdadera naturaleza de su Reino: ¿Eres tú el Rey de los judíos? _ le pregunta Pilatos _,
y respondió Jesús: “Tú lo dices que
soy rey….. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar
testimonio de la verdad” (Jn. XVIII, 37-23)
- Pero afirmaría también que,
su Reino no es de este mundo. Los reinos terrenos, democráticos o dictatoriales,
se nos imponen y, sin una decisión personal, terminamos siendo vasallos. ¡Al Reino de Cristo, por el contrario, se accede libremente,
se nos invita a pertenecer a el: “Si
quieres…”, nos dice Jesús. Y, somos vasallos suyos, si amorosamente lo
decidimos.
- Para terminar, recordar que,
aunque es importante conocer
“El
Reino de los Cielos es semejante ..., se parece…,”
- Seamos consecuentes
para no tener que oír estos o parecidos reproches de Jesús:
“¡Estoy aburrido de reinar sólo en las
paredes de vuestras casas! ¡Yo no me hice hombre y di la vida por vosotros, únicamente,
para que sepáis y celebréis que soy Rey! Si no
reino en vuestras vidas, ¡todo eso es una comedia!”
- Si
no que, por el contrario, convencidos de que “servir a Dios es reinar”, nos
sintamos agradecidos y estimulados por estas reconfortantes palabras del
Apóstol San Pablo:
“El nos ha sacado del dominio de las
tinieblas y nos ha trasladado al Reino de su Hijo querido”
(Colosenses I - 12-13)
Guillermo Soto