DOMINGO II TIEMPO ORDINARIO CICLO C  

EL DON DE UNA ESTUPENDA SINFONÍA

Quién no ha escuchado en su vida algún género musical, pertenecido a alguna agrupación músico-vocal o estar en un concierto; para darse cuenta que hay una misma inspiración con expresiones de instrumentos y voces diferentes pero complementarios para dar resultado por ejemplo de una estupenda sinfonía. Advirtiendo que cuando el tono no es el mismo resulta una cacofonía.

Algo similar es el comentario que Pablo les hace a los Corintios en la segunda lectura de hoy: “Existen diversos dones espirituales, pero un mismo Espíritu; existen ministerios diversos, pero un mismo Señor; existen actividades diversas, pero un mismo Dios que ejecuta todo en todos. A cada uno se le da una manifestación del Espíritu para constituir una orquesta solidaria del bien común. Todo lo realiza el mismo y único Espíritu, repartiendo a cada uno como quiere”. Pablo subraya la palabra “don” siete veces en su carta para hablarles a los Corintios y en ellos a nosotros, que lo importante no son las ideas que tengamos sino la sinfonía que ejecutamos cuando ponemos los dones de Dios que pasan por nosotros para servir a los demás; de ahí que Pablo los llame carismas, dones, para distinguirlos de los llamados dones naturales o adquiridos por el esfuerzo humano. Así es como en la diversidad de dones a la comunidad Dios capaz de manifestar lo máximo de su amor con el fin de construir comunidad.

LA PARTITURA ES EL BAUTISMO.

Isaías escribió un poema del don amor de Dios para nosotros cinco siglos antes de la resurrección de Jesús, el primer milagro; la plenitud del amor de Dios para nosotros puesto en nuestro corazón por el segundo milagro llamado Bautismo (¡No es un milagro la transformación interna de una persona pasándola del egoísmo al amor a los demás! Eso nunca se logra por el esfuerzo personal). “Por amor de Sion no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que irrumpa la aurora de su justicia y su salvación brille como antorcha (lo que sería la resurrección). Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el esposo con la esposa, la encontrara tu Dios contigo” (Primera lectura).

Pero el texto más impresionante, un dialogo amoroso compuesto por siete poemas, escrito como una parábola del amor de Dios por la humanidad, es el Cantar de los cantares. La importancia se da por la lectura de este poema en fiesta de Pascua, la alianza del amor de Dios con su pueblo de entonces y desde ahora con nosotros. El poema incluye que cuando el amor es sincero puede renombrarse Abran por Abraham, Jacob es Israel: Saulo por Pablo o Simón por Pedro; reconociéndose por signos como mirar, hacer un gesto, poner un diminutivo que tenga que ver con el amor o silbar como ocurre entre nosotros. En definitiva, todo cuanto el lenguaje dé razón del amor.

DOS PAREJAS EN DOS FIESTAS DISTINTAS.

En el sexto día Dios había terminado su obra creadora de la pareja humana a su imagen y semejanza; y en el séptimo día la nueva creación, en una cena nupcial. Fue en Caná de Galilea cuando los discípulos vieron la gloria de Jesús por primera vez “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros y hemos visto su gloria”; esperando la manifestación definitiva en su muerte y resurrección.

María, la madre de Jesús, es invitada a una boda que pertenece a la primera alianza. La presencia de Jesús convierte la boda en nueva alianza. El vino símbolo del amor de la pareja se termina en la boda, dando al traste con la fiesta. Ni a Jesús ni a María les toca intervenir en una boda sin vida. Jesús quiere infundir ánimo a Israel, en cabeza de María, para indicarle la necesidad de romper con el pasado, poniendo el vino en relación con su “Hora” “Qué quieres de mi mujer, aún no ha llegado mi Hora”, razón para decirles María “Hagan lo que Él les diga”. Las inamovibles seis tinajas que estaban en el centro, tenían la capacidad de 80 a 120 litros hechas en piedra; recordaban las tablas de la ley.

¿EN QUE FIESTA ESTAMOS?

Somos los jefes de la fiesta de la vida que no reconocemos los dones de Dios que hay en los otros, por medio de la acción del Espíritu Santo. Solo cuando aceptemos el poder del agua convertida en vino; es decir, la ley superada por el amor y el servicio, gustaremos el nuevo vino de la marca Jesús que es mejor de la marca que lleve el que nos haya gustado a cada uno. Llegará como don de Dios el día que le digamos la palabra de fe a Jesús “Has guardado el vino mejor hasta ahora”, haciendo alusión a nuestra propia muerte y resurrección. Caná es entonces una promesa a lo que será el cielo. Dios ha preparado para todos los que lo aman cosas que nadie ha visto, ni oído; y ni siquiera imaginado” (1 Cor 2,9).