III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C

DE LA CONVERSIÓN A DIOS A SER CUERPO DE CRISTO.

La reconstrucción de Israel como asamblea, compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón, tuvo como eje central la predicación de la ley, desde el amanecer hasta el medio día. “Esdras bendijo al Señor, Dios grande, y todo el pueblo levantando las manos respondió: Amén, amén”. Viendo los predicadores, Esdras, Nehemías  y los levitas que la gente lloraba al escuchar la palabra, les dijeron: No estén tristes ni lloren; retírense a comer bien y compartir; sin ayunar para que estén fuertes como lo quiere el Señor” Estamos en Jerusalén en el año 450 a.C., cuando había terminado el exilio de babilonia y comenzaba el retorno con la tarea de reconstrucción del templo, la ciudad y la comunidad se encontraron heridas sin sanar mezcladas con afujías nuevas que no desmoronaron su fe sino que la fortalecieron en el sufrimiento; de la mano de un sacerdote, un laico y un sabio persa; Esdras, Nehemías y Artajerjes; profetas de la moral como camino de esperanza; todo desde la predicación de la palabra a nombre de la Alianza de Dios con Israel. Ahora se trata de la compasión de Dios entre el exilio y el retorno.

USTEDES SON EL CUERPO DE CRISTO.

No faltaba si no el Amén de acogida a la alianza para re-convertirse de pueblo de Dios en cuerpo de Cristo como diría Pablo, muchos siglos después. (hacia el 57 d.C.). “Así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber el mismo espíritu. El cuerpo no está compuesto de un solo miembro, sino de muchos. Dios ha dispuesto los miembros en el cuerpo, cada uno como ha querido. Si todo fuera un solo miembro, donde estaría el cuerpo… si un miembro sufre, sufre en él todos los miembros… Ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno en particular miembros de ese cuerpo…” (segunda lectura).

La imagen del cuerpo humano es una excelente expresión de la compasión, la complementariedad, la interdependencia y solidaridad que deben existir para que el bien común sea la meta de la fe. En el cuerpo, comunidad está la vida del resucitado como expresión del Reino.

LA ESCUCHA TRASFORMA EL CORAZÓN.

Un signo puesto al principio de un pentagrama da la clave para la interpretación de la partitura; así ocurre en el prólogo del evangelio de Lucas en relación al evangelio narrado en forma de teatro por tratarse de la evangelización de los griegos, amantes del teatro. No se trata de hacer solo teatro sino del mensaje del evangelio. “También yo he pensado estimado Teófilo escribirte todo por orden y exactamente, comenzando desde el principio; así comprenderás con certeza las enseñanzas que has recibido”.

No debió haber sido fácil para Lucas evangelizar a los griegos con sus dioses, sus ideas y su filosofía en la que solo contaba la razón. Recordemos que nosotros somos griegos por la razón y hebreos por el corazón.

La importancia de su prólogo es su finalidad; que a Jesús no lo encontramos en las especulaciones mentales sino en los hechos históricos y los demás. El fin no es transmitir cosas exteriores sino transformarnos interiormente en el corazón, por la escucha y el corazón que son los lugares donde Dios habita y podemos encontrarnos con los hermanos. No es la doctrina filosófica o religiosa lo que nos hace más creyentes sino la conducta de servicio a los demás; de ahí que se mantenga en firme la liberación de toda opresión o cautiverio como “Año de gracia del Señor”; lo que para Isaías correspondía al hundimiento del imperio romano, condición de reconstrucción de justicia y la libertad. Ahora se trataría además del poder de corrupción del dinero, de la coacción del consumismo y de la ponderación del egoísmo por seducción.

EL ESPÍRITU DEL SEÑOR ESTA SOBRE MI. BAUTISMO

Por el bautismo cada creyente puede decir hoy “El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido. Me ha enviado...” Todo cristiano es un testigo de la misericordia de Dios con una misión especial de compasión efectiva con los más pobres y los habitantes de la calle, las víctimas de la violencia, los empobrecidos por la economía y la política, la corrupción pública y privada y todos los signos de la muerte. Todo creyente es llamado y “ungido” para sanar, liberar y proclamar la buena nueva de la salvación liberadora.

“Tú tienes Señor palabras de vida eterna. La palabra del Señor es perfecta y reconforta el alma, inmutables y hacen sabio al sencillo. En la palabra del Señor hay rectitud y alegría para el corazón, la palabra del Señor es luz para alumbrar el camino. La Palabra del Señor es verdadera y ciertamente justa. Que sean gratas las palabras de mi boca y los anhelos de mi corazón. Haz Señor que siempre te busque, pues eres mi refugio y salvación” (Sal 18)