COMPARTIENDO EL EVANGELIO

Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia

(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires)

IV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

 

Evangelio según San Lucas 4,21-30

 

Después que Jesús predicó en la sinagoga de Nazaret, todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: "¿No es este el hijo de José?". Pero él les respondió: "Sin duda ustedes me citarán el refrán: 'Médico, cúrate a ti mismo'. Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún". Después agregó: "Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio". Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.

 

FRENTE A DIOS, CAPACIDAD DE ADMIRACION

 

Queridos hermanos, esto es tan frecuente, tan histórico, tan común. Primero, el texto de San Lucas empieza diciendo que TODOS escuchaban a Jesús, en la sinagoga de Nazaret; estaban llenos de admiración por las palabras que salían de su boca. Y luego, cuando dice algo que los pone en evidencia, que no les gusta escuchar, se enojan, se enfurecen, lo quieren derrotar, tirar abajo, “lo querían despeñar” -una frase típica del Antiguo Testamento- “despeñarlo” es matarlo a piedrazos. Una realidad es la versatilidad, el cambio; en un momento uno está cerca y después, por otros motivos, por una cosa que no le gusta, se enojan y están en contra; esto es muy frecuente.

 

Sin embargo es importante volver a descubrir y recuperar el sentido de las palabras, la fuerza de las palabras, la misma verdad y el por qué Cristo viene, para qué viene. El viene para  ser escuchado; es el gran profeta, el máximo de los profetas que viene a darnos el sentido y a expresar la voluntad de Dios.

 

¿Y qué tenemos que hacer? Primero, volver a hacer culto de la verdad, la objetividad; aquello que es siempre así y que es tan importante para que podamos escucharlo, vivir y sobre todo integrar en nuestra vida, en nuestra conducta y en nuestras acciones. Después, ver la frescura; a veces los que aparentemente están más lejos son más frescos para recibir las cosas de Dios y a veces, los que están cerca cierran su corazón, Dios no obra muchos milagros porque ellos piensan que “lo conocen”, que “se las saben todas”. Frente a Dios hay que tener capacidad de admiración. Frente a Dios hay que sorprenderse y saber que Dios siempre es Dios.

 

En estos días pidamos a Dios que aumente nuestra fe para no vivir del “acostumbramiento de ser cristianos”, porque esto es un privilegio, un honor, una gracia, un regalo que Dios no hace. Poder estar cerca de Dios, buscar su voluntad, es lo mejor que nos puede pasar. ¡No vivamos de memoria! ¡Vivamos sinceramente escuchando la Palabra de Dios, poniéndola en práctica y mostrándola en las obras!

 

Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén