¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, ……¡Ay de ustedes, guías ciegos!
Mt 23, 13-22
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
GUÍAS CIEGOS Y CIEGOS QUE SE DEJAN GUIAR
Hay un modo refinado de manipular las conciencias, un modo de hacer violencia
camuflado de justificaciones religiosas. Jesús habla de él de una manera general en
el sermón de la montaña: «Tened cuidado con los falsos profetas; vienen a vosotros
disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces» (Mt 7,15). Y ahora repite
la exhortación con una clara referencia a los maestros de la Ley y los fariseos
hipócritas. Dios se fía de nosotros, frágiles seres humanos, y nos ha encargado a
nosotros el anuncio de su Reino. Podemos entrar en él y facilitar la entrada a los
otros, aunque, desgraciadamente, podemos hacer también lo contrario: negarnos a
entrar nosotros y alejar a los otros, como hacen los hipócritas. Estos tienden a
transformar a los otros en «copias» de sí mismos, imponiéndoles su propia imagen y
semejanza, su egoísmo y su falsedad. Se trata de una especie de «donación
espiritual» que conduce a la masificación de las personas. Por desgracia, a lo largo
de toda la historia y todavía en nuestros tiempos hay por todas partes «guías
ciegos» y ciegos que se dejan guiar, convirtiéndose en personas sin rostro,
encuadrados, nivelados, homologados por las ideologías vigentes, sofocados por las
etiquetas.
La evangelización está muy lejos del proselitismo opresor. El que anuncia el
Evangelio tiene conciencia de ser un vaso de arcilla que contiene un tesoro (cf. 2
Cor 4,7), y el que lleva este tesoro al corazón de los otros es como Moisés ante la
zarza que ardía. Ante él tiene un terreno sagrado: antes de acercarse, debe quitarse
las sandalias, por temor a profanarlo.
ORACION
Señor Dios, dicen que nadie va al cielo sin atraer a alguien, ni nadie va al infierno sin
arrastrar a otros con él. ¿Es verdad? Nunca nos has dicho nada de manera explícita
al respecto, pero nos hiciste comprender algo cuando te declaraste dispuesto a
perdonar a la ciudad de Sodoma en consideración a los únicos diez justos (cf. Gn
18,16-33). Ahora, en el evangelio, tu Hijo unigénito nos ha puesto ante los ojos la
posibilidad de cerrar la puerta del Reino a los otros. Haz que esto no suceda nunca
a los discípulos de Jesús. Es difícil pensar que entre nosotros los cristianos haya
quien se empeñe de modo intencionado en sacar fuera a las ovejas de tu redil,
aunque es posible pecar por omisión y faltar de mil pequeños modos.
Oh Cristo, haznos dignos testigos de ti y de tu Reino. Haz que estas palabras del
profeta Zacarías puedan hacerse realidad para los cristianos de hoy: “En aquellos
días, diez extranjeros agarrarán a un judío por el manto y le dirán: "Queremos ir con
vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros" (Zac 8,23).