Viernes 26 de Agosto de 2011
Viernes 21ª semana de tiempo ordinario
1Tesalonicenses 4,1-8
Hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: Habéis aprendido de
nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante.
Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús. Esto quiere
Dios de vosotros: una vida sagrada, que os apartéis del desenfreno, que sepa cada
cual controlar su propio cuerpo santa y respetuosamente, sin dejarse arrastrar por
la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios. Y que en este asunto
nadie ofenda a su hermano ni se aproveche con engaño, porque el Señor venga
todo esto, como ya os dijimos y aseguramos. Dios no nos ha llamado a una vida
impura, sino sagrada. Por consiguiente, el que desprecia este mandato no desprecia
a un hombre, sino a Dios, que os ha dado su Espíritu Santo.
Salmo responsorial: 96
R/Alegraos, justos, con el Señor.
El Señor reina, la tierra goza, / se alegran las islas innumerables. / Justicia y
derecho sostienen su trono. R.
Los montes se derriten como cera / ante el dueño de toda la tierra; / los
cielos pregonan su justicia, / y todos los pueblos contemplan su gloria. R.
El Señor ama al que aborrece el mal, / protege la vida de sus fieles / y los
libra de los malvados. R.
Amanece la luz para el justo, / y la alegría para los rectos de corazón. /
Alegraos, justos, con el Señor, / celebrad su santo nombre. R.
Mateo 25,1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "Se parecerá el
reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar
al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las
lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de
aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se
despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las
necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos
apagan las lámparas." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante
para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis."
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron
con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las
otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo
aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora."
COMENTARIOS
Somos sociedades de consumo. Y consumimos cualquier cosa. La parábola
que nos propone hoy el evangelista nos habla precisamente de esas actitudes y
actividades que embargan nuestro ser y nos impiden ir al encuentro de Dios.
Nuestras imprevisiones, afanes y compromisos nos atan a un montón de
actividades que no nos dejan tiempo ni para orar, cuando orar es para la
espiritualidad como la respiración para el cuerpo.
Tal vez la publicidad y los medios masivos de información nos hagan creer
que lo más importante sea salir de compras, pero lo que nos dice el evangelio es
que lo más importante es ir al encuentro de Dios, el amado a quien esperamos con
la luz de la esperanza encendida.
Juan Alarcón, s.j.
(Extracto de servicios KOINONÍA)