EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Marcos 6,17-29.
Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías,
la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado.
Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano".
Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía,
porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo
protegía. Cuando lo oía quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto.
Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños,
ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea.
La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que
el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré".
Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la
mitad de mi reino".
Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?". "La cabeza de Juan el
Bautista", respondió esta.
La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero
que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no
quiso contrariarla.
En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan.
El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja,
la entregó a la joven y esta se la dio a su madre.
Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo
sepultaron.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Lansperge, el Cartujano (1489-1539) monje, teólogo
Sermón para la fiesta del martirio de S. Juan Bautista. Opera omnia II, pag, 514-
515; 518-519
Juan Bautista, muere por Cristo
Juan no vivió para él mismo ni murió par él mismo. ¡A cuántos hombres,
cargados de pecados, no habrá llevado a la conversión con su vida dura y austera!
¡Cuántos se habrán visto confortados en sus penas por el ejemplo de su muerte
inmerecida! Y a nosotros, ¿de dónde nos viene hoy la ocasión de poder dar gracias
a Dios sino por el recuerdo de Juan, asesinado por la justicia, es decir, por Cristo?...
Sí, Juan Bautista ha ofrecido generosamente su vida terrena por amor a
Cristo; ha preferido desobedecer las órdenes del tirano a desobedecer las de Dios.
Este ejemplo nos tiene que mostrar que nada ha de ser más importante que la
voluntad de Dios. Agradar a los hombres no sirve para mucho; incluso, a menudo
perjudica en gran manera... Por tanto, con todos los amigos de Dios, muramos a
nuestros pecados y a nuestras preocupaciones, aplastemos nuestro amor propio
desviado y procuremos que crezca en nosotros el amor ardiente a Cristo.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”