XXV Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A
Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
«El Reino de Dios oferta gratuita a todo hombre»
I. LA PALABRA DE DIOS
Is 55,6-9: «Mis planes no son vuestros planes»
Sal 144,2s.8s.17s.: «Cerca está el Señor de los que lo invocan»
Flp 1,20c-24.27a.: «Para mí la vida es Cristo»
Mt 20,1-16a: «¿Vas a tener tú envidia porque soy bueno?»
II. APUNTE BÍBLICO-LITÚRGICO
A lo largo de cuatro Domingos, a partir de hoy, se nos anuncian cuatro parábolas
sobre el Reino de Dios.
Hoy la parábola del pago del denario, a todos los trabajadores por igual, a los de
primera hora y a los de última, destaca la «justicia de Dios» (cf 1987-1995). Esta
es pura gratuidad, porque el hombre no tiene derechos ante Dios (cf 2007-2011)
sino que todo lo recibe de él, «conforme a su gracia, de la que nos colmó en el
Amado» (cf Ef 1,5b-6) a cada uno y a cada pueblo. Así, el nuevo pueblo de Dios es
llamado al mismo Reino que continúa el antiguo y supera, a la vez, sus
expectativas: «Mis planes no son vuestros planes» (1ª Lect.).
III. SITUACIÓN HUMANA
Es tentación del hombre de todos los tiempos juzgar los planes de Dios, conforme a
las propias categorías. Dios desborda nuestros pensamientos. Por eso, el hombre
ante Dios ha de ser humilde y sencillo, confiado en su Amor a cada uno de
nosotros, que ha llamado a la existencia y a su Reino.
En un mundo donde todo se cobra y todo se paga qué difícil es comprender,
aceptar y vivir la gratuidad con los demás y con Dios.
IV. LA FE DE LA IGLESIA
La fe
– "Todos los hombres están llamados a entrar en el Reino. Anunciado en primer
lugar a los hijos de Israel... este reino mesiánico está destinado a acoger a los
hombres de todas las naciones... El Reino pertenece a los pobres y a los pequeños,
es decir, a los que lo acogen con un corazón humilde... Jesús invita a los pecadores
al banquete del Reino: «No he venido a llamar a justos sino a pecadores»... pero
exige también una elección radical para alcanzar el Reino, es necesario darlo
todo..." (543-546).
La respuesta
– Andar en este mundo los caminos del Reino: «El Decálogo, el Sermón de la
Montaña y la catequesis apostólica nos describen los caminos que conducen al
Reino de los cielos. Por ellos avanzamos paso a paso mediante los actos de cada día
sostenidos por la gracia del Espíritu Santo. Fecundados por la Palabra de Cristo,
damos lentamente frutos en la Iglesia para la gloria de Dios» (1724; cf 1716-1723;
la parábola del sembrador: Mt 13,3-23).
El testimonio cristiano
– El hombre se debate entre su pequeñez para entender a Dios, por un lado, y Dios
mismo, su grandeza y bondad, por otro. Cuando vence la gracia, el hombre
prorrumpe en la alabanza: »... Y el hombre, pequeña parte de tu creación,
pretende alabarte, precisamente el hombre que, revestido de su condición mortal,
lleva en sí el testimonio de su pecado y el testimonio de que tú resistes a los
soberbios. A pesar de todo, el hombre, pequeña parte de tu creación, quiere
alabarte... porque nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras
no descansa en ti (S. Agustín, Conf. 1, 1,1)» (30).
Hemos de recibir con profundo agradecimiento (= Eucaristía) la llamada al Reino y
su apertura a todos los hombres. Es preciso que andemos en este mundo los
caminos del Reino, los caminos del Decálogo y del Sermón del Monte, del Misterio
Pascual, que en los siguientes Domingos se concentran en Cristo.
Con permiso de Almudi.org