Cálculo equivocado
Nos hemos hecho “expertos en cálculo”. Aún quien no ha pasado por la
escuela como Pedro, sumamos, restamos, potenciamos. Calculamos a quién
saludar y cómo hacerlo. Calculamos y medimos las palabras, los gestos, los
regalos. Cuantificamos hasta el último céntimo en el amor, en el rencor, en
el resentimiento. Todo está a la medida de nuestro egoísmo, incluso, de
nuestro fanatismo.
Pedro creía que podía perdonar hasta siete veces. Maestro del cálculo, se
equivoca de plano. Quiso medir el perdón con la calculadora. Quiso
convertir su corazón en máquina que suma o que resta hasta un tope
máximo. Intentó darle al perdón una tarifa única, fijarle un “techo”, trazarle
límites, ponerle cortapisas a la misericordia.
Todo cálculo nos fija en el presente. Pierde la dimensión del futuro. Pero el
perdón tiene una fuerza profética, dinamizadora de vida nueva, de sanación
interior, de encuentro, de transformación, de dignificación. El perdón no
nos fija allí o allá, sino que nos lanza hacia el punto último donde el Reino
de los Cielos se convierte en fiesta, en celebración del amor.
Pedro se rajó del todo. Creyó que el perdón era para los demás. Algo
reservado a su medida. Que sólo los otros eran sujetos de misericordia.
Pero también los demás nos tienen que perdonar. Y mucho y más que lo
poco que yo tenga que perdonarles. Nuestra conciencia nos dice que el
deudor “insolvente” de la parábola somos nosotros y que debemos
“desaprender” a contar hasta siete, hasta más…
Cochabamba 11.09.11
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com