Miércoles 31 de Agosto de 2011
Miércoles 22ª semana de tiempo ordinario 2011
Colosenses 1,1-8
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y el hermano Timoteo, a
los santos que viven en Colosas, hermanos fieles a Cristo. Os deseamos la gracia y
la paz de Dios, nuestro Padre.
En nuestras oraciones damos siempre gracias por vosotros a Dios, Padre de
nuestro Señor Jesucristo, desde que nos enteramos de vuestra fe en Cristo Jesús y
del amor que tenéis a todos los santos. Os anima a esto la esperanza de lo que
Dios os tiene reservado en los cielos, que ya conocisteis cuando llegó hasta
vosotros por primera vez el Evangelio, la palabra, el mensaje de la verdad. Éste se
sigue propagando y dando fruto en el mundo entero, como ha ocurrido entre
vosotros desde el día en que lo escuchasteis y comprendisteis de verdad la gracia
de Dios. Fue Epafras quien os lo enseñó, nuestro querido compañero de servicio,
fiel ministro de Cristo para con vostros, el cual nos ha informado de vuestro amor
en el Espíritu.
Salmo responsorial: 51
R/Confío en tu misericordia, Señor, por siempre jamás.
Pero yo, como verde olivo, / en la casa de Dios, / confío en la misericordia de
Dios / por siempre jamás. R.
Te daré siempre gracias / porque has actuado; / proclamaré delante de tus
fieles: / "Tu nombre es bueno." R.
Lucas 4,38-44
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La
suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella.
Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida,
se puso a servirles.
Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera se los
llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de
ellos salían también demonios, que gritaban: "Tú eres el Hijo de Dios." Los
increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías. Al hacerse de
día, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando; dieron con él e
intentaban retenerlo para que no se les fuese. Pero él les dijo: "También a los otros
pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado." Y
predicaba en las sinagogas de Judea.
COMENTARIOS
«Todos te buscan....Vamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para predicar
también allí, pues para esto he venido.» (Mc 1,38)
Que toda alma que busca a Dios sepa que Dios la ha buscado antes, es
el primero en buscarla... «En mi lecho, por la noche, busqué al amor de mi alma»
(cf Ct 3,1). El alma busca al Verbo pero el Verbo la buscó antes... Abandonada a si
misma, nuestra alma no sería más que un soplo que se va y no vuelve. ¡Escuchad
las quejas y lamentos de aquella que yerra después de haber perdido el rumbo: «Si
me extravío como oveja perdida, ven en busca de tu siervo, porque no he olvidado
tus mandatos» (Sal 118,176) . ¡Oh hombre, quieres volver; si dependiera de tu
voluntad únicamente ¿por qué pedirías auxilio?... Es evidente que nuestra alma
quiere volver pero no puede. No es más que un soplo errante que por si sólo nunca
volvería... ¿De dónde le viene esta voluntad? Le viene porque el Verbo la ha
visitado y la ha buscado. Esta búsqueda no ha sido en vano ya que ha suscitado la
voluntad sin la cual no hay retorno posible.
No es suficiente que el alma sea buscado una vez. Como languidece y
el retorno es demasiado difícil...La voluntad la tengo, dice San Pablo, pero no acabo
de hacer el bien, (cf Rm 8,18). ¿Qué es lo que pide, pues, el alma en el salmo
citado? Nada más que ser buscada, porque no buscaría sino fuera buscada, no
insistiría en la búsqueda sino fuera hallada.
San Bernardo de Claraval (1091-1153) monje cisterciense, doctor de la
Iglesia
Juan Alarcón, s.j..
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(Extracto de Fundación ÉPSILON)