XXV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
NUEVO CRITERIO PARA ORGANIZAR LA ECONOMÍA
La Palabra: Un propietario ajusta obreros a distintas horas del día, y al final dice al
capataz: “llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y
acabando por los primeros. Vinieron los que habían llegado a última hora y
recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los obreros de primera hora
recibieron también un denario cada uno, y entonces comenzaron a protestar ante el
amo. Pero este replicó: „amigos, no os hago ninguna injusticia, ¿no nos ajustamos
en un denario? Quiero dar a los últimos igual que a vosotros ¡O vais a tener envidia
porque tengo un corazón generoso?‟” (Mt 20,1-16).
1. Desde luego, mal economista es el que paga el jornal completo al obrero que
trabaja durante toda la jornada soportando los fuertes calores del día, y paga lo
mismo al obrero que llegó tarde y apenas trabaja una hora. Según la racionalidad
económica de producción y salario, esta parábola es un desastre. Decididamente el
evangelio no es un programa económico.
2. En la parábola, una vez más, se vislumbra el corazón “generoso” de Dios, que
no da lo que cada uno merece sino lo que necesita. Un denario en la sociedad
donde Jesús dijo esta parábola era lo necesario para sobrevivir. Esa conducta puede
ser buen correctivo para el mercantilismo donde se valora más la producción que la
vida de las personas. Un correctivo urgente cuando tendencias políticas de uno u
otro signo han caído en las garras del neoliberalismo económico, donde los valores
son tener, acaparar, dominar a los otros y utilizarlo a costa de lo que sea.
3. De otro modo, la parábola sugiere algo importante para la racionalidad
económica. El fin de la economía son las personas cuyas vida y dignidad deben ser
fin y no medios. La justicia en la gestión económica sino incluye la compasión y la
gratuidad acaba siendo inhumana e injusta.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net