VI Domingo de Pascua, Ciclo A
TESTIGOS DE LA ESPERANZA
La Palabra: “Estad siempre prontos a dar razón de vuestra esperanza a todo el que
os la pida” (segundalectura).
1. Hay en la vida golpes muy duros que no solo son las catástrofes naturales como
–por ejemplo– el reciente maremoto en Japón. Sucesos que nos dejan sin palabras
incluso para rezar. Por otro lado, en un mundo anhelante de felicidad y desfigurado
por los atropellos más inhumanos, todos los esfuerzos por cambiar la situación
parecen inútiles, apenas se ven los resultados y la esperanza se nos muere entre
las manos. Uno se cansa de luchar, le es difícil mirar confiadamente al porvenir y
dar razón de la esperanza.
2. La fe cristiana, como encuentro personal con el Resucitado, fructifica en
esperanza. Y es que la fe no es más que manifestación del Espíritu, Dios mismo en
nuestra intimidad y en todos nuestros pasos. En esa experiencia teologal brota una
esperanza extraña y siempre mejor. Jesús de Nazaret esperó y confió hasta el fin
porque gustaba esa cercanía benevolente del Abba que nunca nos abandona. En
ese amor gustado e inabarcable se apoya la esperanza cristiana.
3. Pero, ¿quién no ha vivido momentos de oscuridad tan densa que hasta se ahoga
el gemido de llanto? Cuandoen esos momentos críticos miramos a nuestra
intimidad, tampoco encontramos directamente a Dios que nos habla.
Solo experimentamos un anhelo de felicidad que nos habita y que protesta por el
revés que golpea nuestra vida. Ese anhelo de infinitud es la marca inequívoca de
nuestro destino a la felicidad sin límites, que nosaviva para que nos levantemos de
nuestras propias cenizas y nos da nuevo impulso para seguir caminando. La
resurrección de Jesús puede ser primicia y signo de que Alguien, capaz de dar vida
a los muertos y de llamar a las cosas que no son para que sean, llenará ese anhelo
de infinitud y de inmortalidad que ha sembrado en nosotros.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net