Comentario al evangelio del Miércoles 07 de Septiembre del 2011
Queridos amigos y amigas:
Parece que San Pablo esta semana no nos deja respirar. O más bien nos está enseñando a hacerlo,
jugando con los significados del verbo aspirar en castellano: “aspirad a los bienes de allá arriba, donde
está Cristo”. Sería conveniente para nuestros pulmones cristianos “aspirar” los bienes de arriba, en
lugar de aquellos que contaminan el oxígeno de la fe.
Seguro que respiraríamos mejor y tendríamos una vida cristiana más saludable. Hoy nos invitan por
todos lados a cuidar nuestra salud corporal, a buscar una calidad de vida. Y es algo bueno. Pero es
incomparablemente mejor cuidar la vida que no se acaba o para que no se acabe, como queráis.
Tenemos un futuro de gloria que nos invita a ir dejando todo aquello que configura la vieja condición
humana y que tanto aflora, aunque se quiera abandonar. Todos tendríamos que dejar de inhalar
impurezas, pasiones, fornicaciones, codicias, avaricias, iras, maldad, calumnias, groserías... No nos
engañemos: se dan en múltiples formas y colores en la vida cotidiana. A veces, incluso, so capa de
piedad. Y, además, ese aire contaminado de la vieja condición humana ya tiene su consuelo, su
recompensa.
Nos lo recuerda Jesús, en el pasaje de Lucas que leemos hoy. Pero es un consuelo que no tiene la
dicha, la recompensa de quienes aspiran a construir el Reino de Dios y su justicia. Mejor ser dichosos
sin nada, que consolados-ansiosos con todo lo que mancha el corazón del hombre. ¿No os parece?
Vuestro hermano en la fe,
Luis Ángel de las Heras, cmf
Luis Ángel de las Heras, cmf