II I Domingo de Cuaresma, Ciclo A.
Superar las tentaciones
La Palabra: “Al Seor, tu Dios adorarás y a Él solo darás culto” (evangelio).
1. Dicen que hoy la crisis de la humanidad no es de placer sino de sentido. La gente
no soporta la imposición de ataduras morales, puede hacer lo que le venga en
gana; pero no encuentra sentido en la vida. Y con frecuencia tratamos de llenar ese
vacío con tres falsos absolutos. Primero, tener muchas riquezas. Segundo, la
seguridad en nosotros mismos, el prestigio para que la gente nos considere.
Tercero, el poder que nos hace como dioses y exige que todos se nos sometan.
2. Fueron las tres tentaciones que, según La Biblia, una vez liberado de Egipto, tuvo
el pueblo mientras caminaba por el desierto. Primero, se acabaron las subsistencias
y todos se volvían contra Moisés que era su caudillo: ¿dónde han quedado las ollas
con la carne que teníamos en
Egipto? Ante la dureza del pueblo, cuenta La Biblia que Dios envió el maná. Más
adelante faltó el agua, la seguridad de la vida estaba en peligro, y la gente se
levantó de nuevo contra Moisés: ¿está o no está Dios con nosotros?, que se
manifieste dándonos agua. Y de nuevo Dios intervino: Moisés hizo brotar de la roca
una fuente de agua. Finalmente, como no soportaban la dependencia de Dios, se
hicieron un becerro de oro, un dios a su medida... De este modo tenían poder
absoluto.
3. Según el evangelio, Jesús dice sí donde el pueblo dijo no. Primero, superó la
tentacin del tener muchas riquezas: “no slo de pan vive el hombre”. Los recursos
materiales son necesarios, pero no suficientes para llenar el corazón humano
sediento de felicidad. Cuando se cree lo contrario y se vive con la obsesión de
acaparar, resulta que todos mueren: unos de hambre porque no tienen pan, y otros
de asco porque pretenden llenar sólo con pan sus deseos infinitos de vida.
Segundo, Jesús no buscó seguridades ni prestigios pidiendo a Dios un milagro: por
ejemplo, arrojándose del pináculo del templo para que Dios demostrara que estaba
con él, enviando sus ángeles para sostenerle en el vacío; el verdadero Dios no hace
esos milagros. Estando más íntimo a nosotros que nosotros mismos, su verdadero
milagro se realiza cuando las personas siguen confiando en los momentos de
oscuridad. Finalmente, Jesús tampoco se arrodilló ante el deslumbrante poder.
Aceptó ser criatura y se dejó seducir por la presencia de Dios que manifiesta su
poder amando y transformando a los seres humanos para que, libres de los brillos
que da el poder, gasten su vida y empleen sus energías realizando ya en este
mundo la voluntad de Dios: que todos tengan vida.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net