“Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará”
Lc 7, 1-10
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
“QUIERE QUE TODOS LOS HOMBRES SE SALVEN Y LLEGUEN AL CONOCIMIENTO DE
LA VERDAD”.
La liturgia de la Palabra nos enseña hoy, en primer lugar, la importancia de la
oración litúrgica, oración de la Iglesia por “todos los hombres”, en particular por
aquellos que ejercen el poder, a fin de que estén al servicio de la tranquilidad
social. Dios Padre “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad”. La salvación es conocimiento de la verdad (cf 2 Tim
2,25; 3,7). Cristo, testigo del Padre con su vida, lo fue en grado supremo con su
muerte. El siervo del centurión señala Lucas estaba enfermo y a punto de
morir. Jesús, con la autoridad que le viene de la obediencia al Padre hasta la
muerte en la cruz, le libera de la muerte, le cura (cf 7,10). La fe humilde del
centurión se encuentra con la Palabra autorizada de Jesús, su conciencia de
pobreza con la Palabra eficaz del Maestro. Y la confianza del oficial pagano media
en la curación de su criado.
La oración litúrgica, recomendada en la primera lectura, intercede, dondequiera que
se encuentre la Iglesia, junto al mediador Jesucristo y cura de las iras y de las
contiendas, para “que podamos gozar de una vida tranquila y sosegada plenamente
religiosa y digna”. El conocimiento de la verdad se convierte entonces en salvación
integral de la persona, que en su vida diaria da testimonio de una vida colmada de
piedad y transparente de dignidad humana, una dignidad madurada por su
conciencia cristiana.
ORACION
Oh Padre, liberador poderoso y guía seguro de nuestra historia, concédenos a
través del hombre Jesucristo, muerto y resucitado en rescate por todos, reconocer
los signos de tu Palabra incluso en las condiciones a veces paganas de nuestra vida
cotidiana y social. Haznos capaces de recibir tu visita, de experimentar y dar
testimonio de la eficacia curadora de la Palabra de nuestro único Maestro y Señor.
Haznos comprender que la eficacia de la Palabra de Cristo se debe a su obediencia
a tu voluntad, porque tú y él sois “una sola cosa”. Y que, curados cada día por la
Palabra tuya y suya, podamos ser testigos gratos y alegres de aquella fe que hace
“levantar al cielo manos limpias”