Sábado 17 de Septiembre de 2011
Sábado 24ª semana de tiempo ordinario 2011
1Timoteo 6,13-16
Querido hermano: En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de
Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te
insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la
manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el
bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único
poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún
hombre ha visto ni puede ver. A él honor e imperio eterno. Amén.
Salmo responsorial: 99
R/Entrad en la presencia del Señor con vítores.
Aclama al Señor, tierra entera, / servid al Señor con alegría, / entrad en su
presencia con vítores. R.
Sabed que el Señor es Dios: / que él nos hizo y somos suyos, / su pueblo y
ovejas de su rebaño. R.
Entrad por sus puertas con acción de gracias, / por sus atrios con himnos, /
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R.
"El Señor es bueno, / su misericordia es eterna, / su fidelidad por todas las
edades." R.
Lucas 8,4-15
En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los
pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: "Salió el
sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo
pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al
crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas,
creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer,
dio fruto el ciento por uno." Dicho esto, exclamó: "El que tenga oídos para oír, que
oiga."
Entonces le preguntaron los discípulos: "¿Qué significa esa parábola?" Él les
respondió: "A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a
los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El
sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del
camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus
corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al
escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por
algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre
zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida,
se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón
noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando."
COMENTARIOS
La parábola (a) va dirigida a la multitud: es una invitación a preparar el
terreno donde se siembra la semilla. Todo depende de la clase de terreno, es decir,
de la disposición de los oyentes.
Hay tres clases de terreno donde la semilla se pierde. Sólo si cae en tierra
fértil (8,8a), la nueva tierra prometida, llegará a dar fruto. Los cuatro terrenos se
hallan en un mismo lugar, donde hay un camino, rocas, márgenes húmedos
repletos de zarzas, la tierra fértil. El sembrador siembra a voleo, sin preocuparse de
si una parte de la semilla se pierde.
La máxima, colocada al final, nos descubre ya hacia dónde irá la explicación
de la parábola. ¡No depende de cómo se siembre, sino de cómo se escuche el
mensaje!
Los del «camino» (8,12) son los que escuchan, pero no asimilan nada,
porque están imbuidos de otras ideologías contrarias al designio de Dios. «El
diablo» personifica la ideología del poder en todas sus facetas y concreciones.
«Los del pedregal» (8,13) son los que aceptan el mensaje con alegría, pero
que no asumen a fondo ningún compromiso. Solamente han asimilado del mensaje
aquello que se avenía con su ideología y expectaciones. Cuando llega la prueba, en
tiempos difíciles, desertan.
La parte que cayó «entre las zarzas» (8,14) son los oyentes que no han
hecho la ruptura. Siguen aferrados a las riquezas, a los placeres de la vida, a las
exigencias de la sociedad de consumo, atenazados por las preocupaciones de la
vida.
«La parte de la tierra fértil» son los oyentes que, «al escuchar el mensaje, lo
van guardando en un corazón noble y bueno» (8,15). El fruto del reino no es
instantáneo, sino que requiere constancia. Ni se trata de un fruto estacional, sino
que «van dando fruto con su firmeza». Es toda una vida al servicio de los demás.
Todos tenemos una parcela de 'tierra fértil/buena'.
Juan Alarcón, s.j.
(Extracto de FUNDACIÓN ÉPSILON)