Martes 20 de Septiembre de 2011
Martes 25ª semana de tiempo ordinario 2011
Esdras 6,7-8.12b.14-20
En aquellos días, el rey Darío escribió a los gobernantes de Transeufratina:
"Permitid al gobernador y al senado de Judá que trabajen reconstruyendo el templo
de Dios en su antiguo sitio. En cuanto al senado de Judá y a la construcción del
templo de Dios, os ordeno que se paguen a esos hombres todos los gastos
puntualmente y sin interrupción, utilizando los fondos reales de los impuestos de
Transeufratina. La orden es mía, y quiero que se cumpla a la letra. Darío."
De este modo, el senado de Judá adelantó mucho la construcción, cumpliendo las
instrucciones de los profetas Ageo y Zacarías, hijo de Idó, hasta que por fin la
terminaron, conforme a lo mandado por el Dios de Israel y por Ciro, Darío y
Artajerjes, reyes de Persia. El templo se terminó el dia tres del mes de Adar, el a o
sexto del reinado de Darío. Los israelitas, sacerdotes, levitas y resto de los
deportados, celebraron con júbilo la dedicación del templo, ofreciendo con este
motivo cien toros, doscientos carneros, cuatrocientos corderos y doce machos
cabríos, uno por tribu, como sacrificio expiatorio por todo Israel. El culto del templo
de Jerusalén se lo encomendaron a los sacerdotes, por grupos, y a los levitas, por
clases, como manda la ley de Moisés. Los deportados celebraron la Pascua el día
catorce del mes primero; como los levitas se habían purificado, junto con los
sacerdotes, estaban puros e inmolaron la víctima pascual para todos los
deportados, para los sacerdotes, sus hermanos, y para ellos mismos.
Salmo responsorial: 121
R/Vamos alegres a la casa del Se or.
¡Qué alegría cuando me dijeron: / "Vamos a la casa del Se or"! / Ya están pisando
nuestros pies / tus umbrales, Jerusalén. R.
Jerusalén está fundada / como ciudad bien compacta. / Allá suben las tribus, / las
tribus del Se or, R.
según la costumbre de Israel, / a celebrar el nombre del Se or; / en ella están los
tribunales de justicia, / en el palacio de David. R.
Lucas 8,19-21
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el
gentío no lograban llergar hasta él. Entoces lo avisaron: "Tu madre y tus hermanos
están fuera y quieren verte." Él les contestó: "Mi madre y mis hermanos son éstos:
los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra."
COMENTARIOS
Este colofón sirve para establecer un neto contraste entre el Israel histórico,
representado ahora por «la madre y los hermanos» de Jesús (8,19.20) y el nuevo
Israel: «Madre y hermanos míos son los que escuchan el mensaje de Dios y lo
ponen por obra» (8,21). Los lazos que vinculan los miembros del nuevo Israel no
son los de la sangre, sino la adhesión al mensaje de Jesús y al hecho de ponerlo en
práctica. La tierra prometida ya no es Israel, sino toda la tierra, la que Jesús
continúa «atravesando» gracias a los sembradores de buenas noticias. Todos los
que reciben el mensaje en tierra buena y lo hacen fructificar son miembros de pleno
derecho de la familia de Jesús. «La multitud» que impide al Israel histórico llegar
hasta Jesús y lo retiene «afuera» son los oyentes que todavía no han hecho
ninguna clase de opción, pero que se interesan por su ense anza.
Se distinguen, pues, con claridad tres grupos bien diferenciados: 1) «los que (sólo)
quieren verlo», el antiguo Israel (8,20: cf. 9,18-19; 10,24); 2) «los que (sólo)
escuchan», la multitud de los oyentes (8,10); 3) «los que escuchan el mensaje de
Dios y lo ponen en práctica», los discípulos (8,21).