XXV Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Lunes
Lucas 8, 16-18
"La vela se pone en el candelero, para que los que entren puedan ver" . El
Señor dijo a sus discípulos que eran la luz del mundo, ya que, iluminados por Él
mismo, que es la luz verdadera y eterna, se convirtieron ellos también en luz que
disipó las tinieblas.
También nosotros, iluminados por Cristo, nos hemos convertido de tinieblas en
luz, tal como dice el Apóstol: Un tiempo eran tinieblas, pero ahora son luz en el
Señor. Caminen como hijos de la luz. Y también: Todos son hijos de la luz e hijos
del día. No somos de la noche ni de las tinieblas.
En este mismo sentido habla San Juan en su carta, cuando dice: Dios es luz, y
el que permanece en Dios está en la luz, como Él también está en la luz. Por lo
tanto, ya que tenemos la dicha de haber sido liberados de las tinieblas del error,
debemos caminar siempre en la luz, como hijos que somos de la luz. Por esto dice
el Apóstol: Aparecen como antorchas en el mundo, presentándole la palabra de
vida.
Así, pues, Cristo es la luz resplandeciente, encendida para nuestra salvación,
que debe brillar siempre en nosotros. Poseemos, en efecto, no sólo la luz eterna,
sino también la lámpara de los mandatos celestiales y de la gracia espiritual, acerca
de la cual afirma el salmista: Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi
sendero. De ella dice también Salomón: El consejo de los mandamientos es
lámpara, que ha de iluminar en nuestras vidas.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)