"El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres".
(Lc 9, 43b-45)
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
LOS ANUNCIOS DE PASIÓN
Los «anuncios de la pasión» no son simples previsiones. Deben recordarnos a nosotros, sus
discípulos, que el camino de la cruz es un paso obligado del que nadie puede huir, si no
queremos ser infieles a Jesús. Precisamente el desconcertante modo de obrar de Dios en el
misterio del Hijo del hombre debería recordamos que el Reino es la irrupción de una
«contrahistoria» en la historia de los hombres y de las mujeres, historia que parece sometida a
la voluntad de los poderosos, de los «primeros», que, a buen seguro, no pueden reconocerse
como seguidores del Hijo del hombre.
Se trata de una historia alternativa, real y no ficticia, en la que no cuentan ni la fuerza, ni la
riqueza, ni la inteligencia, sino el abandono humilde y confiado a la voluntad divina. No se trata
de exaltar aquí una espiritualidad dolorista, sino de comprender qué es lo que verdaderamente
nos interesa. Si la verdadera sabiduría consiste en escoger la vida, entonces nuestra sabiduría
de discípulos de Jesús consiste en saber escoger morir a nosotros mismos y aceptar
convertirnos en don para tener acceso a la vida plena, a ejemplo suyo.
De este modo accedemos también a la vertiente luminosa de los anuncios de pasión, o sea, al
anuncio de la resurrección. El misterio pascual, comprendido en su totalidad, se convierte en el
fundamento de la esperanza en la reconciliación y unidad de la humanidad: “Ese día
numerosas naciones se incorporarán al Señor; se harán pueblo mío; yo habitaré en medio de
ti”.
ORACION
Ayúdanos, Señor, a permanecer en tu presencia sin temores y sin fugas, contemplándote a ti,
el Hijo amado del Padre, que no te avergüenzas de llamar a los hombres «hermanos» y sabes
compadecerte de nuestras debilidades porque has sido probado en todo para beneficio
nuestro.
Adoramos, oh Señor, tu cruz y alabamos y glorificamos tu santa resurrección.
Concédenos que, a través de la contemplación de tu misterio pascual, nos renovemos a
semejanza tuya. Y como por nuestro nacimiento habíamos llevado en nosotros la imagen del
hombre carnal, haz que por la acción del Espíritu Santo pueda crecer en nosotros la criatura
nueva que ha nacido en tu muerte.