XXVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Las prostitutas os preceden en el Reino de Dios
En la segunda parábola de la viña en el evangelio de Mateo (Mt 21,28-32) se
contraponen las respuestas y las actuaciones inconsecuentes de dos hijos del amo
ante la invitación del padre a trabajar en la viña; el que había respondido
afirmativamente no fue a trabajar, y el que había respondido negativamente sí fue.
De las dos parábolas, la del domingo pasado y la de éste, se desprende una
interpelación clara de Jesús a los sacerdotes y fariseos como sectores dominantes
del pueblo de Israel. Con dichas parábolas Jesús pone en evidencia las actitudes
religiosas de quienes reivindican ser los primeros, bien porque se consideran los
elegidos en exclusiva por parte de Dios, o bien porque se creen los que más méritos
han hecho para merecer una recompensa mayor. Asimismo Jesús desenmascara la
incoherencia y la falsedad de quienes guardan las apariencias religiosas pero sus
acciones y comportamientos no se corresponden con la voluntad de Dios y su
exigencia de justicia. El juicio de Jesús al respecto queda patente en las sentencias
conclusivas de ambos relatos, a saber: “Los últimos serán los primeros” (Mt 20,16)
y “de veras os digo que los publicanos y las prostitutas os preceden en el reino de
Dios” (Mt 21, 31b).
Aunque este segundo dicho aparece como conclusión de la parábola de los dos hijos
el análisis literario indica que es probablemente Mateo quien lo ha colocado en este
lugar para servir precisamente a este fin. Lo más probable es que Mateo
construyera todo este texto evangélico (Mt 21, 28-32) combinando distintos
elementos tradicionales: una parábola en forma de acertijo (vv. 28-31ab), un dicho
independiente (v.31c) y una tradición sobre el éxito de Juan el Bautista entre
gentes de mala reputación (v. 31) que tiene un paralelo en Lc 7, 29-30. La escena
prolonga la confrontación entre Jesús y las autoridades religiosas judías (Mt 21, 23-
24) con motivo de la figura de Juan Bautista.
Aunque el dicho sobre las prostitutas sólo aparece en el evangelio de Mateo, parece
que la expresión sobre el „reino de Dios‟, inusual en Mateo, puede ser parte de un
dicho relevante en una tradición anterior que el evangelista no ha querido ni
siquiera retocar por considerarlo una palabra auténtica del propio Jesús. La
sentencia formula una valoración positiva de las prostitutas por parte de Jesús, ya
que la entrada en ese reino de Dios es el objetivo propuesto por Jesús a cuantos le
escuchan. Jesús tuvo misericordia de las prostitutas y quiso convertirlas
ofreciéndoles el perdón de Dios.
Los sumos sacerdotes y los ancianos del templo eran los miembros de la clase
dirigente en lo religioso y en lo económico. La crítica de Jesús hacia ellos raya en el
insulto mediante la comparación con las prostitutas. Con su observancia de la ley
como representantes de la religión oficial judía pretendían encubrir su falta de fe en
Dios y su vida de espaldas al prójimo. Aparentemente dicen que sí a la voluntad de
Dios, pero su comportamiento deja mucho que desear, pues el verdadero culto a
Dios debe ser el amor al prójimo y el único sacrificio agradable a Dios es la entrega
de la vida por amor.
La falsedad y la hipocresía, la mentira y la incoherencia, la doble vida o la doble
moral no corresponden con la voluntad de Dios, ya sea en los dirigentes sociales,
políticos o religiosos, no es aceptable de parte de Dios. Por eso Jesús los critica. Los
publicanos y las prostitutas, sin embargo, tienen conciencia clara de que su modo
de vivir no es el mejor y sienten la necesidad de salir de aquella situación. Por eso,
cuando escuchan que de parte de Dios alguien les dice que para ellos todavía hay
una posibilidad de vivir como personas, de recobrar su dignidad pisoteada y
perdida, y de restablecer su amistad con Dios, acogen esa esperanza con la alegría
del que siente la necesidad de ser salvado, de ser liberado del desprecio y de la
marginación.
Los que se creían herederos legítimos del Reino de Dios por su pertenencia a los
círculos religiosos quedan desheredados pues chocan frontalmente con aquel que
ha venido con un mensaje nuevo que antepone la primacía de los últimos y de las
prostitutas en el Reino y que reclama frutos de autenticidad y de justicia para
pertenecer al mismo. Con este mensaje los cristianos quedamos también hoy
fuertemente interpelados.
José Cervantes Gabarrón, sacerdote misionero y profesor de Sagrada Escritura