EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 10,38-42.
Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba
Marta lo recibió en su casa.
Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su
Palabra.
Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús:
"Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que
me ayude".
Pero el Señor le respondió: "Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas
cosas,
y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la
mejor parte, que no le será quitada".
Leer el comentario del Evangelio por
Santo Tomas Moro (1478-1535), hombre de Estado inglés, mártir
Tratado para recibir el Cuerpo del Señor
«Marta lo recibe en su casa...; María...escucha su palabra»
Habiendo recibido a Nuestro Señor en la Eucaristía, teniéndolo presente en
nuestro cuerpo, no vayamos a dejarlo completamente solo, para ocuparnos de otra
cosa, sin hacerle más caso...: que él sea nuestra única ocupación. Dirijámonos a él
con una oración ferviente; entretengámonos con él con entusiastas meditaciones.
Digamos con el profeta: «Escucharé las palabras que el Señor me dice en lo más
íntimo de mi corazón» (Sal. 84,9). Ya que, si... le prestamos toda nuestra atención,
no dejará de pronunciar en nuestro interior, bajo forma de inspiraciones, tal o cual
palabra destinada a aportarnos un gran consuelo espiritual y de provecho para
nuestra alma.
Seamos pues a la vez Marta y María. Con Marta, procuremos que toda nuestra
actividad exterior sea en beneficio de Él, consiste en hacerle buen recibimiento, a Él
primero, y también por amor a Él, a todos los que le acompañan, es decir, a los
pobres de los que Él mismo tiene a cada uno, no sólo por su discípulo, sino por sí
mismo: «Lo que hacéis al más pequeño de mis hermanos, a mí mismo me lo
hacéis» (Mt 25,40)... Esforcémonos en retener a nuestro huésped. Digámosle con
los dos discípulos de Emaús: «Quédate con nosotros, Señor» (Lc 24,29). Y
entonces, estemos seguros, de que no se alejará de nosotros, a menos que
nosotros mismos le alejemos por nuestra ingratitud.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”